Guillermo Garabito - Impresiones de la feria
La Feria sin Caballero Bonald
«Su mala salud de hierro, de un hierro cada vez más endeble, ha hecho que ya no suba de Despeñaperros para arriba más que para recoger los premios»
La Feria también tiene estas cosas. Escritores que se caen del cartel a última hora y sin aviso, aunque lo de Caballero Bonald era una ausencia anunciada en los corrillos las semanas previas. Una distribuidora tomando cañas, días antes, trataba de enterarse de cuánto había de cierto en el rumor por traer más o menos libros del jerezano. Ya se sabe que no es lo mismo llevarse a casa un libro firmado por el maestro que sin dedicatoria. Su mala salud de hierro, de un hierro cada vez más endeble, ha hecho que ya no suba de Despeñaperros para arriba más que para recoger los premios que le van llegando a estas alturas de la vida.
Ayer jueves la Feria del Libro amanecía con el cielo encapotado y una hosquedad de pocos amigos. Lo primero que llamaba la atención en la agenda era la traducción de Las Ratas al bengalí. Los paisajes de Castilla que salieron de la pluma de Delibes ahora se leerán también en la India. Yo recuerdo como llegué hasta esta novela de don Miguel. Me la encontré limpiando el desván de mi casa arrinconada y sucia de polvo en una esquina del sobrado como si de una rata viva se tratara. El ejemplar estaba dedicado y se había extraviado de la biblioteca y del resto de obras que allí había dedicadas por Delibes a mi abuelo no sé cuántos años antes de que yo naciera. Aproveché mientras lo limpiaba para leerlo y descubrir al Nini y la denuncia de una Castilla precaria y cruel que hoy suena lejana. Denuncia de una realidad que la censura no le permitió hacer desde las páginas de El Norte de Castilla. De bengalí ninguno de los que estábamos allí parecía tener demasiada idea. O ninguna. Sólo el traductor y él decía, claro está, que había intentado que la traducción reflejase las palabras de Delibes. Así que el público aplaudió al final del acto pero nadie preguntó si se podía comprar el libro en algún sitio y esa serie de preguntas rutinarias que se hacen en cualquier presentación. Lo dejaron para los indios.
Ya por la tarde tuvo lugar la presentación del Premio de la Fundación Francisco Umbral al mejor libro del año que en 2015 había recaído en Caballero Bonald, sin Caballero Bonald, y sus Desaprendizajes. Un premio merecido por un poemario de esos que nadie le manda escribir a uno al borde de los noventa años. La valentía de poner en duda todo como si de un nuevo Descartes se tratara. «Qué pobreza la mía mientras voy transitando entre libros que esa seguridad desmanteló en aciagos días…» escribe el autor en uno de los poemas.
Es curioso que este premio con el nombre del escritor criado en Valladolid le cayera a un poeta. Poca gente recuerda ya que Umbral fue reconocido allá en la década de los sesenta como el mejor crítico de poesía de este país. Incluso muerto, parece seguir teniendo el olfato para distinguir los grandes poemarios.
«Ya no eres quien eras hace sólo un instante ni vas de no se sabe dónde a sitio alguno». Dice otro de los versos del poeta que fue subdirector y compañero de viaje de Camilo José Cela en la fantástica aventura literaria que resultaron ser Los papeles de Son Armadans.
Caballero Bonald sin Caballero Bonald. La Feria del Libro tiene estas cosas.