Salud&Sociedad
«La felicidad la generamos, no hay que buscarla fuera»
El abulense Rafael Barcala, coach profesional especializado en ONG's, forma en técnicas que permiten a los voluntarios del tercer sector gestionar las emociones
Tras una larga vida profesional dentro de la industria en una empresa multinacional, Rafael Barcala decidió formarse en técnicas de coaching y actualmente está especializado en formación dirigida a entidades del tercer sector, principalmente. Recientemente, ha participado en la reunión anual de voluntariado organizada por la Asociación de Parálisis Cerebral de Castilla y León, Aspace CyL, en Valladolid.
-¿Qué le lleva a recibir formación en coaching?
-Siempre he trabajado en sistemas de mejora continua donde intentábamos que las personas fueran máquinas para que produjesen más, y esto es una idea generalizada en la empresa española. Fue mi jefe quien comenzó en ello y yo vi un gran cambio en él. Cuando empiezas a gestionar tus emociones de manera productiva tu vida empieza a cambiar viendo las cosas diferentes, lo que provoca una mejoría poco a poco.
-Tras su formación, ¿cómo lo ha aplicado a su vida?
-Siempre he querido aplicarlo en el mundo empresarial, buscar un alma en la empresa para mejorar la motivación y que las personas trabajen más a gusto. Así surge en mi vida la inteligencia emocional.
-¿Qué es la inteligencia emocional?
-La inteligencia emocional tiene que ver con las capacidades de integración social y no con la capacidad intelectual. Tiene que ver con trabajar la idea de que cuanto más feliz es la persona más capacidad tiene de vivir mejor, de estar más realizado con la vida y al final ser más efectivo. Aquí con los voluntarios hemos trabajado para que sepan distinguir sus emociones y así poder gestionarlas.
«Debemos evitar juzgar y colocar las etiquetas de bueno y malo»
- ¿Qué papel juegan hoy en día las emociones en la sociedad?
-Actualmente, en todos los ámbitos de la vida nos están vendiendo emociones aunque no nos demos cuenta. En cualquier anuncio publicitario se apela a lo que significa el producto en tu vida y no sus características técnicas. En Castilla y León tenemos un carácter donde se muestran poco nuestras emociones y no solemos expresar lo que realmente queremos.
-¿Cómo se puede cambiar esto?
-Ya hay asociaciones que están empezando a aplicar la inteligencia emocional en el sistema educativo, lo que lo hace más efectivo. Es fácil comprobar como en gente que dice tener mala memoria después descubres cómo al conocer a su pareja de nombre y residencia extranjera memorizaron estos conceptos sin ningún problema desde la primera vez que se vieron, porque esa situación estaba unida a una emoción.
«El voluntario debe reconocer la emoción, saber de dónde nace y el motivo»
-¿La felicidad es el objetivo último del coaching?
-Hay una tendencia en esta sociedad a buscar la felicidad fuera de uno mismo. Cuando se descubre que es un recurso interno y que eres capaz de generarla tú mismo, entonces comienzas a cambiar tu vida para que vaya hacia ese objetivo.
-¿Y cómo genera uno mismo la felicidad?
-En este sentido es donde interviene lo que en coaching denominamos programación no lingüística (PNL) dentro de la comunicación y las relaciones entre las personas, y que es algo que también hemos trabajando con los voluntarios de Aspace CyL. Tal como piensas, hablas y actuas; por lo que si genero pensamientos negativos el día va a salir muy mal. Pero si soy capaz de cambiar uno de estos vértices seré capaz de cambiar todo el día. Para ello existen herramientas que podemos utilizar e ir aplicando en nuestra vida y que nos posibilitarán generar estos cambios.
-¿Cómo procesamos normalmente las emociones?
-Estamos programados desde pequeños. Por ejemplo, la primera vez que nos quemamos asimilamos el dolor y ya sabemos que la próxima vez tenemos que evitarlo. A nivel emocional funciona igual, nuestras actuaciones han obtenido un resultado y en la siguiente oportunidad no queremos que se repita. Podemos modificar esa programación.
-¿Pero eso no corresponde al instinto de supervivencia?
-El cerebro responde para adaptarse y sobrevivir. En el momento que sientes miedo corres, y mucha gente entiende esa emoción como algo malo. Pero se puede interpretar como una emoción de poder porque el miedo me avisa del peligro. Sucede lo mismo con la envidia si se entiende como un punto de partida para conseguir una mejora diaria. Todo esto es aplicable siempre que no haya una patología psíquica de base, que en estos casos deben ser abordadas por otros especialistas.
-¿Cómo se pueden aplicar todas estas técnicas en el voluntariado y más concretamente con la discapacidad?
-En este tipo concreto de voluntariado la emoción es algo que está muy presente. La frustación, la impotencia o un malestar general porque no alcanzamos el grado de ayuda que nosotros mismos nos marcamos. Lo que procuramos es dotar de herramientas para poder gestionarse emocionalmente, que conozcan sus emociones, saber cómo y dónde se producen, qué nos dice, saber que se pueden gestionar. Lo que nunca hay que hacer es cortar una emoción.
-El duelo puede ser un momento cercano a estas personas, ¿cómo se puede trabajar para que no afecte a su trabajo de voluntariado?
-Es algo que puede ser muy dramático pero de lo que debemos aprender. Analizar qué es lo que más nos duele con la pérdida; lo que no se ha dicho, lo que no se ha hecho,... La próxima vez trataremos de modificar aquello que hemos analizado para que podamos reducir esa respuesta.
-¿Ser más emocional resta racionalidad?
-En algunos campos de concentración se trató de crear el soldado perfecto a través de la lobotomización de algunas personas. El resultado es que ante la falta de emociones no se tomaban decisiones correctas. Ser más racional o más emocional no es tan decisivo como conocerse y saber por qué se toma una decisión, y sobre todo hay que evitar las etiquetas de bueno y malo.
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