Ignacio Miranda - POR MI VEREDA

Familia frente a masía tribal

Contrasta este testimonio de defensa enardecida de la familia, pilar básico de la sociedad y de la educación, con la ocurrencia de la distinguida señora Anna Gabriel

IGNACIO MIRANDA

Damián Rodríguez y Pilar Bernal se casaron el 12 de octubre de 1966 en Salamanca, ciudad que les ha rendido un homenaje dentro de la Semana de los Mayores de Oro junto a otros veintinueve matrimonios que también celebraban sus cinco décadas de convivencia. Cuando se les pregunta por su secreto, frente al fracaso de tantas parejas que formaron una familia, la respuesta suena tan contundente como sincera: «Hay que saber torear, tener mano izquierda y mucha paciencia». Ahí es nada. Unos requisitos de los que nuestra sociedad pusilánime, hipócrita y acomplejada no quiere oír hablar.

Por un lado, encarar los problemas de frente; por otro, conjugar firmeza, tacto y delicadeza, además de saber esperar cuando se ha sembrado y asumir sacrificios. Son puntos de partida esenciales para afrontar cualquier empresa, puestos en práctica por la generación de nuestros mayores en su quehacer diario porque lo llevaba en los propios genes. Ahora, por desgracia, conforman unos valores en peligro de extinción. Personas que se dejaron la hiel trabajando con la ilusión de sacar adelante a sus hijos y asegurarles un futuro mejor, cuyo esfuerzo nunca podremos agradecer lo suficiente.

Contrasta este testimonio de defensa enardecida de la familia, pilar básico de la sociedad y de la educación, con la ocurrencia de la distinguida señora Anna Gabriel, diputada de ese conglomerado independentista catalán que es la CUP y profesora de Derecho, quien en su delirio anarquista propone un modelo tribal frente al familiar con la misma facilidad que, en su vena ecologista, sugiere el uso de esponjas de mar en vez de compresas. A su juicio, los niños criados en una familia tienden a ser conservadores al vivir en un núcleo que les empobrece. Pues que lo vaya probando en alguna masía-comuna del Ampurdán y, sin esperar cincuenta años, vemos los resultados.

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