Explicaciones

El padrecito Pablo Iglesias, cada día más merecedor de ese apelativo, convocó la Asamblea de Cargos Públicos por la Libertad, la Fraternidad y la Convivencia (denominación de buen rollito que esconde intenciones totalitarias), con la que pretendía cerrar el cordón sanitario contra el PP y los millones de votantes. El pretexto, Cataluña. Los motivos: sortear la patata caliente del 1-O para los morados; ansias de poder sin contar con votos suficientes; engatusar al PSOE ahora que sale de su órbita; y excluir a una buena parte de españoles de la necesaria solución constitucional.

Fallaron muchos de los suyos a la cita y ERC no firmó el acuerdo, pero este marco exige de Pablo Fernández explicaciones a los castellanos y leoneses, que podría dar en sede parlamentaria si los procuradores tuvieran iniciativa, o en rueda de prensa. Y aclarar: ¿De verdad es democrático excluir de una mesa de diálogo a un partido que representa a cientos de miles de personas en esta Comunidad? ¿Si prescinde del PP, cómo dar voz a esos ciudadanos que no piensan como él? ¿La exclusión no representa una suerte de totalitarismo de otras épocas, hoy sustentado por regímenes bananeros? ¿Su afán populista pasa por arrasar los derechos individuales de cuantos disienten de su opinión? ¿Agitar las aguas revueltas, es eficaz para la convivencia? ¿Le parece bien el frentismo de las dos Españas o una debe ser laminada? ¿Defiende los intereses de Castilla y León, apoyando la insolidaridad catalana? ¿Catalanes de primera y los de aquí de segunda? La intervención en Cortes, el pasado miércoles, cuando Podemos no votó la PNL de apoyo a la unidad territorial, no da respuesta. El revanchismo no es buen consejero y bien le vendría la lectura de «Las políticas del odio».