«Existe una historia de amor entre Ribera del Duero y México»

El empresario José Ramón Ruiz Gómez detalla la «presencia increíble» de estos vinos en los círculos especializados del país

José Ramon Ruiz, director general de La Europea y socio fundador de la bodega Tr3smano ABC

Clara R. Miguélez

José Ramón Ruiz Gómez se tomaría su primera copa de vino allá a principios de los setenta. «Y luego, muchas más», ríe , a raíz del recuerdo. Durante aquel descubrimiento estaba con su padre, el asturiano Gumersindo Ruiz. Éste había fundado La Europea en 1953, en México. La gran empresa de productos de importación cuenta a día de hoy con 10.000 referencias, de las que 3.500 corresponden a vinos. Y entre ellas, orgullosamente, unas 300 variedades de Ribera de Duero. Además, ya al frente de la compañía de su padre, el aprecio del empresario hacia las viñas de esta zona -regado por las visitas que intercambió con bodegueros como Alejandro Fernández o Pablo Peñalba- le impulsó a dar el paso de asociarse con Fernando Remírez y Pedro Aibar, con los que ha levantado la bodega Tr3smano, en Padilla de Duero.

-¿Cuándo supo que quería seguir con la línea del negocio familiar?

-Creo que lo supe desde el principio. Al fin y al cabo crecí con un padre que tenía un negocio que me gustaba. Ahora en La Europea tenemos 176 puntos de venta y 7.000 hoteles y restaurantes del país son nuestros clientes, pero sigue habiendo mucho potencial en México, y yo empecé a acompañar a mi padre a los 15 años. Conviví y trabajé con él hasta este mismo año, en el que falleció, a los 101 años.

-Hábleme de cómo fue ese salto a la bodega.

-La primera vez que vine a Ribera del Duero fue a visitar a Alejandro Fernández. Me habían hablado de un vino que se llamaba Pesquera y por aquel entonces no había internet, así que aquella experiencia fue mi primera conexión con la región. Desde entonces, hemos venido muchísimas veces a bodegas como Vega Sicilia, Emilio Moro o Monasterio, con grupos de amigos. Hemos recibido muchas cosas en esos viajes y hemos conocido la calidad de los hoteles de la zona. Así que cuando hubo oportunidad de invertir, lo hicimos, y llevamos aquí ocho años. Ahora somos doce socios mexicanos, tuvimos la suerte de encontrar este lugar mágico. He comprobado que el vino crea un lazo más allá de lo profesional, genera un ambiente muy agradable. Y puedes hacer buenos maridajes con comida mexicana.

-Ha vivido a caballo entre España y México. Si lo mira en ambas direcciones, ¿cree que se valoran lo suficiente los productos de un país en el otro?

-Por supuesto que se valoran. Se reconocen, ¡y se disfrutan! Nos encanta esta zona también por las costillitas o por la morcilla. Diría que hay mucha influencia entre ambos países. Ha habido mucha migración, así que la vinculación es impresionante. Tanto la gente como los bodegueros se sienten como en casa, y eso nos pasa a los mexicanos, que nos sentimos muy bien en toda España, y eso hace mucho, te pide regresar antes de irte. También pasa al revés.

-¿Qué evoca Ribera de Duero en México? ¿Es conocido para el usuario medio?

-Bueno, en México hay 130 millones de habitantes, y el consumo del vino no es natural, como sí lo es en España o en Italia. Aquí el vino es parte de la tradición, de la cultura. Para nosotros no lo es, y por eso nuestro posicionamiento de producto para Ribera no puede ir a esos 130 millones. Pero entre los que tomamos vino, esa D.O. tiene una presencia increíble, ha gustado muchísimo. Existe una historia de amor entre Ribera y los mexicanos.

- ¿Podrían llegar más socios mexicanos a invertir en vinos ribereños?

- Sí. Creo que los que estamos contagiamos ese interés. Este es un lugar que te engancha, muy glamuroso, con su buen vivir y su buen beber. Al final, la gente que viene, muchas veces ,es importante en el país y está vinculada con industrias de todo tipo, y el mundo del vino es un negocio atractivo, que se disfruta como pocos, aunque se esté trabajando.

-¿En qué momento diría que se convierte una bebida de importación en un lujo? ¿Es un lujo por definición?

- Todos los productos de importación son un poco lujosos, aunque nosotros contamos con algunos vinos chilenos o de otras zonas españolas con precios muy accesibles. Lo que sí es cierto es que el mexicano con poder adquisitivo es un importante consumidor de grandes marcas. En América Latina se dice que el mejor sitio para desarrollar marcas de lujo es México. Y se puede ver en Madrid o en la propia Ribera del Duero, porque los hoteles de la zona están siempre llenos de mexicanos.

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