Artes&Letras / Arte

A la espera de celebrar aquellos «locos años 20»

«Esta crisis nos va a ayudar, seguro, a salir fortalecidos», augura el director del Museo Art Noveau y Art Decó de Salamanca», Pedro Pérez Castro, quien mantiene el propósito de crecer también fuera de la sede

C. MONJE

«Aunque los tiempos sean grises hay lugares que siempre serán de colores», reza un vídeo promocional del Museo Art Nouveau y Art Déco Casa Lis de Salamanca. El color no ha abandonado el edificio modernista en el que tiene su sede, pero el espacio museístico más visitado de Castilla y León vive, como todos, una etapa oscura que ha empañado su veinticinco aniversario. El cierre obligado por la pandemia del coronavirus no ha permitido celebrar el cumpleaños, el día 6 de este mes de abril. Pero a puerta cerrada, continúan la actividad y los proyectos.

No es la primera vez que la Casa Lis sufre tiempos de incertidumbre. A punto estuvo de no alcanzar el décimo aniversario. Un año antes se habló de cierre. «Tuvimos una crisis en 2004, la superamos y nos hizo más fuertes. Y yo creo que la actual nos va a hacer más fuertes también», augura su director, Pedro Pérez Castro. La experiencia de aquella situación complicada, le permite mantener la esperanza: «Los museos somos instituciones muy delicadas, estamos sujetos a cualquier vaivén de tipo político y económico, pero cuando conseguimos asentarnos y, sobre todo, tener el respaldo de la sociedad nos sentimos más fuertes. Esta crisis también nos va a ayudar, seguro, a salir fortalecidos».

El responsable del museo ya puede avanzar que la exposición organizada para celebrar el veinticinco aniversario, «De Rubens a Van Dyck. La pintura flamenca en la Colección Gerstenmaier», continuará cuando de nuevo se permita la entrada a los visitantes. Su clausura estaba prevista para el 19 de mayo, pero los propietarios han permitido que las obras permanezcan en Salamanca.

Igualmente deberán modificarse las fechas para la temporal «Tres visiones de España», con obras de Solana, Soroya y Romero de Torres, patrocinada por la Junta de Castilla y León. «Está planificada y, si se puede, la haríamos en otoño. Seguimos programando y pensando cosas», señala Pérez Castro, pese a la certeza de que museos, cines y teatros tardarán «serán los últimos» en beneficiarse de la famosa desescalada del confinamiento.

También se ha visto afectado, pero tampoco se detiene, el proyecto de exposición con fondos propios «Los locos años 20», que iba a iniciar su periplo en Málaga para viajar después a otros lugares, como Aveiro (Portugal) y Madrid. Precisamente en la presentación de sus fondos en otros destinos encuentra su baza para crecer después de barajar una ampliación de su sede finalmente descartada. «Si no podemos crecer en el museo, vamos a mantenerlo como está y con una buena programación de exposiciones, pero también vamos a salir con la Casa Lis fuera», promete su responsable, en la línea de «Cabaret», la muestra que giró con notable éxito de público entre 2005 y 2007 por distintas ciudades españolas y con parada en Oporto.

Esa alternativa permite difundir también fuera de la capital salmantina los valores que han contribuido a hacer de la Casa Lis un destino ineludible para conocer el art nouveau, el movimiento europeo de entreguerras, y su continuación con influencias de las vanguardias, el art déco. Estos estilos tienen en el centro algunas de sus colecciones públicas más sobresalientes del mundo, entre ellas las de vidrio y criselefantinas, las pequeñas esculturas de bronce y marfil que representan fundamentalmente figuras femeninas y bailarinas.

«Creo que el punto fuerte es el hecho de que en Castilla y León no haya nada de esto. Al turista le resulta atractivo porque ve una cosa diferente. Al visitante extranjero las colecciones le resultan algo más cercano, pero al turismo nacional el museo le parece atractivo por su singularidad. La singularidad es la clave y el hecho de que tengamos varias colecciones lo hacen divertido, porque al que no le gusta una cosa le gusta otra», señala Pedro Pérez Castro.

Ramos Andrade, en el patio de la Casa Lis

La diversidad de piezas, que abarca un periodo desde las últimas décadas del siglo XIX hasta la II Guerra Mundial, incluye muebles modernistas; pintura de artistas como Sorolla y el salmantino Celso Lagar; juguetes y muñecas francesas y alemanas; joyas; porcelanas, bronces; esmaltes; objetos de vidrio creados por autores reconocidos en su campo, como es el caso de René Lalique y Emile Gallé; o las criselefantinas de maestros como Demetre H. Chiparus o Ferdinand Preiss.

Todo ello fruto de la pasión del salmantino Manuel Ramos Andrade (Navasfrías 1944-Barcelona 1998), un anticuario que se salió de la norma y donó a su tierra las piezas que no había querido vender. «Por lo general, el anticuario español toca de todo. Ramos Andrade tuvo muy claro desde el principio que se debía especializar. A él le gustaba mucho el arte del cambio de siglo, el art nouveau y art déco, lo había visto en Australia cuando emigró, y se especializó. Va comprando cosas, pero algunas las va guardando, solo porque le gustan. En un momento dado se da cuenta de que ha logrado una gran colección y es cuando piensa en la posibilidad del museo», cuenta el director de la Casa Lis.

Normalmente el anticuario español toca de todo. Ramos Andrade tuvo claro que debería especializarse

La intención de compartir su legado culminó cuando el 6 de abril de 1995 abrió sus puertas la remozada vivienda de Miguel de Lis como museo, un proyecto que se ha afianzado con el tiempo y respaldado por los visitantes: el pasado año casi 170.000 . Buena parte de ellos (70.187 personas de las 168.927 que contemplaron sus colecciones en 2019) eran extranjeros, los cómplices que va a costar más recuperar en el panorama que dejará el coronavirus, tal como reconoce el responsable del centro.

Más cerca estarán los salmantinos que vuelven una y otra vez al reclamo de las exposiciones temporales (19.281 visitantes en el último año). Ya demostraron su apego al museo cuando en 2004, ante la amenaza del cierre, se echaron a la calle. «La sociedad salmantina hizo suya la Casa Lis y la defendió. Se creó la Asociación de Amigos del Museo, que es fundamental, porque tiene una participación muy activa. Hoy en día ya no es reivindicativa, sino cultural. Que saliese la sociedad a defender el museo fue muy importante, nos dio apoyo y nos dio fuerza. Por eso salimos de aquella crisis».

En una institución cuyo presupuesto se nutre de ingresos propios en más de un ochenta por ciento, el cierre temporal supone una nueva situación crítica, aunque se mantiene su actividad también de cara al público a través de su página web y redes sociales. «Para ello, en estos momentos es muy importante la subvención del Ayuntamiento de Salamanca», agradece el director, convencido de que volverá a contar con el apoyo esencial de los visitantes. Como en los veinticinco años anteriores.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación