Ignacio Miranda - Por mi vereda
Érase una línea férrea
«Esta tierra suplica las migajas del festín con el fin de mantener una infraestructura modesta pero muy útil»
La historia de la línea férrea Madrid-Burgos contiene elementos de película, que van desde las dificultades técnicas a la indolencia política pasando por el enfrentamiento de intereses públicos y privados. Incluida dentro del Plan Guadalhorce durante la dictadura de Primo de Rivera, a mitad de los años treinta ya estaba hecha en dos tercios de su recorrido, pero la República y la Guerra Civil paralizaron las obras. Durante las dos siguientes décadas los trabajos prosiguieron a un ritmo muy lento. Tuvo que llegar el Ministerio de Obras Públicas el benaventano Federico Silva Muñoz para que recibiera el empujón final. Con 282 kilómetros de longitud y más de cuarenta túneles, la circulación de trenes comenzó en julio de 1968, con servicios entre la capital, Burgos, País Vasco y luego París, además de un considerable tránsito de mercancías.
Sin duda, conforma el itinerario lógico para unir Chamartín con la frontera francesa frente al giro por Valladolid, que supone noventa kilómetros más. La línea permanece cerrada al tráfico de viajeros desde 2015. Sólo circula algún convoy de mercancías entre la capital burgalesa y Aranda de Duero, donde esta semana la plataforma en defensa del trazado, cuya apertura reivindica, ha celebrado unas jornadas informativas. Además, la patronal provincial defiende su viabilidad a partir de un estudio realizado por dos ingenieros, que resalta un notable ahorro anual en transporte y logística, mientras que el presidente Herrera ha solicitado a Fomento su continuidad.
Como la aritmética no falla, comprobamos que un eje vertebrador para la sierra pobre de Madrid, el despoblado este segoviano, la Ribera y Burgos, que tardó cuarenta años en hacerse realidad, ha tenido una vida útil de menos de medio siglo . Increíble pero cierto. Tras el desembarco de Rajoy en Barcelona para intentar complacer a la harca separatista en rebeldía con grandes inversiones, esta tierra suplica las migajas del festín con el fin de mantener una infraestructura modesta pero muy útil. ¡Somos sobrios incluso pidiendo!