Isabel Jimeno - Pasaba por allí...
Entre catedrales: de lo viejo a lo nuevo
«Fernández Mañueco logra en su tierra, Salamanca, la faena más aplaudida de esta campaña en la que asegura sentir 'buenas vibraciones' por el resultado del PP»
![Entre catedrales: de lo viejo a lo nuevo](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2019/05/17/manueco5-U30717187920jEI--1248x698@abc.jpg)
Tarde de toreo en casa, banderillas en todo lo alto contra el adversario en la lid de esta campaña electoral, vuelta al ruedo y hasta puerta grande, bueno, gótica del coqueto Patio Chico de la Catedral de Salamanca elegida como fondo para la faena. Es lo que se llevó ayer el candidato del Partido Popular a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en el coso salmantino, con paseíllo incluido, saludos a un lado y otro al «maestro» y un público en los tendidos entregado. Sólo faltaron los pañuelos blancos pidiendo las orejas y el rabo, porque en aplausos, sin duda, el mitin de ayer fue el que más palmas desató en lo que va de campaña.
No siempre uno es profeta en su tierra, pero convocar un mitin de campaña en campo propio es lo que tiene: triunfo asegurado y dosis extra de energía para continuar con este particular cartel de San Isidro electoral. Y el diestro -bueno, del centro y la derecha- correspondió con brindis de montera. En barrera preferente, su mujer, Fina, y sus hijas, Loreto y Ana. De ellas se lleva acordando en todos los actos hasta ahora en esta campaña y ayer ellas correspondieron con su presencia en primera fila. Hasta una de sus vástagas grabó con su móvil la intervención de su padre, que para la ocasión no eligió traje -mucho menos de luces-, sino atuendo informal para saltar con energía al ruedo del micrófono.
Ni siquiera la amenazante lluvia y las gotas que ya empezaban a caer amedrentaron al candidato. «No me mueve la lluvia. Esto es dinero para el campo», espetó nada más comenzar mostrando sus intenciones de pelear hasta el final, como si de un particular símil se tratase de las dificultades que está teniendo en su carrera para hacerse con la Presidencia de la Junta, con las elecciones más abiertas ante sí.
Mañueco ayer no pasaba por allí por casualidad. Tenía que estar. Escenario elegido al milímetro, uno de los lugares con más encanto de Salamanca, entre la Catedral Vieja y la Nueva, como si de su proyecto al frente del PP se tratase, ese que se asienta sobre la «base» de lo conseguido en estos treinta años al frente de la Junta y el «renovado» que él ofrece.
Un mensaje que ayer reiteró. Y es que aunque la idea la lleva repitiendo desde que arrancó esta campaña, la faena es nueva en cada plaza. Y ayer el respetable charro la aplaudió entregado, como también a quienes compartieron tarde de cartel: el presidente provincia, Javier Iglesias, quien desde el principio se encargó de ir calentando los aplausos, y el candidato a la Alcaldía, Carlos García Carbayo, a quien Mañueco cedió los «trastos» al frente del Ayuntamiento el pasado diciembre ahora le entrega los de hacer campaña.
Un triunfo garantizado de antemano -medido en aplausos- es lo que tiene: supone conservar el ánimo. Y de eso le hace falta al PP de cara a la cita más complicada con las urnas jamás vivida en los últimos años. Y a ello contribuyen los mítines, que más que para convencer a esos indecisos que tienen en su mano y su voto la clave, ayudan a creerse la victoria, insuflan ánimos al personal para que el boca a boca dé el resultado esperado. Y cargan de gasolina al candidato después de más de 3.500 kilómetros ya recorridos llegado el ecuador de la campaña y que debe tener asumido que el complicado reto que tiene ante sí no le permitirá escribir en su currículum uno de esos nuevos récord de mayorías absolutas que hasta ahora sobresalían en sus predecesores.
Aunque, por ahora, Fernández Mañueco asegura que tiene «buenas vibraciones» sobre cómo será el resultado. Es lo que, dijo ayer, palpa en el trato con la gente, pues además de mítines, los encuentros con colectivos y empresas también nutren la campaña. Y el encargado de «alimentar» ayer los votos en el campo, ese granero que no quiere perder, el propio Mañueco, quien se dio una nueva dosis de medio rural, esa «seña de identidad» que dice caracteriza al PP. Varios fueron los intentos hasta que un ternero comió de su mano. Como con los votos, que a base de insistir, a veces, se logran.