Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
Enterrar una década
«...este suicidio literario de una revista tiene mucho de digno, de coqueto, de no dejar que se le lleguen a caer las hojas»
Dar tierra a una revista, como si cada tarde y con cada puesta de sol murieran unas páginas en lugar cualquiera. Dar tierra a una revista en un acto muy íntimo donde cada página se convierte en una lápida y donde cada uno de los firmantes va grabando sus responsos funerales sobre el mármol de la celulosa. Y es que con estas cosas no sabemos si darnos el pésame o un abrazo.
Dar tierra a una revista «en este atardecer de invierno crudo», que dice un verso de Godo. Siempre deja el alma desangelada despedir a un amigo y «El Santillo» se había convertido en uno más. Era la revista que teníamos en La Mudarra, desde hace diez años. Una estafeta de afectos donde coincidíamos los amigos. Los mismos amigos que no nos veíamos demasiado, pero nos leíamos y sabíamos de los otros y de sus inquietudes a través de estas páginas. Y nos seguíamos la pista los meses del invierno.
«Se hace camino al andar», escribe Machado. Camino por esta Castilla austera, por esta vereda reseca, «y al echar la vista atrás» se encuentra uno que «El Santillo» también ha hecho Castilla un poco: ha sido parte de su paisaje y de su paisanaje. Y en sus páginas hay mucha Castilla. Una Castilla del 98 donde se demostraba que esta región vertebra España. Y que hablando de un pueblo y de sus inquietudes se está hablando en realidad del mundo. Esta es mi tierra.
Dar sepultura a una revista que hoy ha muerto, y con su muerte confiesa que ha vivido. Una publicación que mientras el lector la recorre certifica que ya no vive más. Una revista que ha decidido morirse a tiempo. Y es que hay que suicidarse a tiempo; lo sabían bien muchos escritores del siglo XIX. Lo sabía Hemingway también. Y este suicidio literario de una revista tiene mucho de digno, de coqueto, de no dejar que se le lleguen a caer las hojas.