Enrique Rivero - Cuando te vas del Congreso - IV (de momento)
Las cuatro estaciones: el verano
«Ciudadanos seguía siendo, como lo es hoy, el partido respecto del cual más españoles opinan, recomiendan y sugieren decisiones y estrategias»
El ajustado resultado de las elecciones generales de diciembre de 2015 auguraba dificultades para la formación de gobierno, pero no tantas sin duda como las que llevamos experimentando desde entonces. El Presidente en funciones de turno, fiel a su estrategia habitual consistente en no hacer nada y esperar, no hizo entonces esfuerzo alguno por llegar a serlo con carácter definitivo, llegando incluso a declinar la propuesta del Jefe del Estado sin presentarse a la investidura a pesar del indiscutible mandato constitucional. Dando lugar a un primer intento fallido del actual que se fraguó y presentó merced a un acuerdo con Ciudadanos concretado en más de cien medidas, en un momento fundamental para el futuro de España en el cual aquel todavía no se había apartado de la senda constitucionalista para pactar con los radicales. La propuesta fue rechazada sin embargo por el resto del Congreso, incluyendo no solo a la derecha tradicional sino también a una izquierda «progresista» que prefirió no fijarse en lo que se iba a hacer y poner su atención en quién iba a hacerlo (y quién -ellos- no), y creerse los cantos de sirena mediáticos que la auguraban un «sorpasso» que resultó ser después un «tortasso».
Llegados a ese punto y apenas seis meses después de la «legislatura más breve de la democracia» se convocaron de nuevo unas elecciones generales, esta vez para el mes de julio, como ahora pero con sus dos semanas de campaña de rigor y sin las limitaciones resultantes de la reforma que se aprobaría después para este tipo de situaciones. Y sin embargo la de verano fue una campaña mucho más limitada en todos los sentidos. Se redujeron al mínimo los actos electorales, y a pesar de los días más largos y el tiempo más apacible muchas de nuestras visitas por la provincia apenas tenían repercusión. Los medios redujeron también su cobertura, so pretexto de la cercanía del proceso electoral anterior, y todo en general discurrió con menos ímpetu y recursos. El Comité Ejecutivo Nacional ratificó sin recurrir a primarias las listas y tuvimos la suerte de seguir contando con el apoyo de afiliados y simpatizantes, pero surgieron de nuevo también como en un «dejá vu» que se iría haciendo permanente las opiniones críticas y discrepantes sobre los pactos propuestos, sobre las líneas rojas comprometidas y no traspasadas y en general sobre todo lo dicho y hecho, por decir y por hacer. Ciudadanos seguía siendo, como lo es hoy, el partido respecto del cual más españoles opinan, recomiendan y sugieren decisiones y estrategias. Lo cual demuestra que en el fondo todos lo percibimos como algo muy nuestro, que nos importa y a consecuencia de lo cual nuestros resultados electorales siempre son mucho mejores a los vaticinios mediáticos. Aquel verano llovió fuego, pero Ciudadanos resistió.