Enrique Rivero - CUANDO TE VAS DEL CONGRESO (De momento)
Las cuatro estaciones: la primavera
«Durante la última jornada de las elecciones catalanas (...) intervine como apoderado acompañando a un amigo de Lérida por las mesas de los pueblos de La Segarra, la comarca más independentista de la provincia donde pude experimentar algunas situaciones chocantes, anticipo del cúmulo de despropósitos sobrevenidos desde entonces»
Ahora parece poco tiempo, pero lo cierto es que entre las elecciones generales de junio de 2016 y las de abril de 2019 no habían pasado más de tres años. Si a eso le añadimos que Ciudadanos celebró en el mes de enero del año 2017 su Congreso Nacional al cual tuve la responsabilidad de asistir como compromisario, y que en el mes de diciembre del mismo año y del inmediato posterior se celebraron sucesivamente las elecciones autonómicas catalanas y andaluzas, se puede decir sin ninguna hipérbole que la buena primavera de este año vino después de cuatro inviernos buenos (y que llevamos más de tres años en campaña permanente, pero eso es otro tema).
La campaña de primavera había empezado además de forma más intensa en el mes de febrero. Hasta entonces, el día a día de quienes como yo no habíamos accedido a ningún cargo público pero seguíamos comprometidos con el proyecto de Ciudadanos discurría en una especie de calma tensa. Al principio, la duda había vuelto a ser si habría investidura. Una vez producida, la duda era si llegaría una moción de censura y, una vez llegada, cuándo se convocarían las siguientes elecciones. A las tribulaciones y vicisitudes de la vida personal y profesional, el candidato «in péctore» o en expectativa de serlo participaba en mi caso contribuyendo a la aportación y coordinación de contenidos y propuestas para los futuros programas electorales, manteniendo contactos y reuniones con los grupos de expertos y, por supuesto, con los afiliados y simpatizantes.
Seguir en el proyecto también me permitió acudir junto con otros muchos compañeros a los dos procesos electorales citados fuera de nuestra Comunidad, cuyos resultados en función de las estimaciones previas cumplieron de nuevo la norma en virtud de la cual siempre salimos mejor parados de lo previsto inicialmente. Durante la última jornada de las elecciones catalanas -las primeras en las cuales una formación no nacionalista conseguía el mayor número de los votos- intervine como apoderado acompañando a un amigo de Lérida por las mesas de los pueblos de La Segarra, la comarca más independentista de la provincia donde pude experimentar algunas situaciones chocantes, anticipo del cúmulo de despropósitos sobrevenidos desde entonces. Y en similar situación en Sevilla al año siguiente pude vivir en directo (y compartir) el feliz momento de una victoria que llevó un cambio imprescindible a esa Andalucía tanto tiempo languideciente de pena. Ambos éxitos anticiparon el posterior de la maravillosa primavera de este año, cuya cosecha es de todos conocida y también estuvo por encima de las estimaciones agoreras de algunos.