Antonio Piedra - No somos nadie
Enemigo número 1
«Vergüenza para los políticos españoles que han hecho del Archivo de Salamanca la moneda de cambio para seguir en el poder»
Rajoy y los independentistas de Convergencia -o los pavos del 3% en argot penitenciario- se han reunido en secreto para hablar de investiduras. Nada que objetar. Pero dime con quién secreteas y sabré en qué te meas, dicen los diamantes en bruto de mi pueblo. Así que desde Castilla y León no podemos imaginar, pero ni de coña, que en dicha conversación a calzón quitado no se haya hablado del enemigo número 1 de los convergentes del 3%, que se llama Archivo de Salamanca. Me refiero al archivo de las 4 vergüenzas yendo de más a menos: vergüenza de la Unesco, vergüenza de los políticos españoles, vergüenza de los nacionalista catalanes, y vergüenza de los investigadores.
Vergüenza para la Unesco, porque siendo la suya, como misión primordial, el patrocinio y vigilancia de la cultura de los pueblos, en el caso concreto del Archivo de Salamanca se han desentendido. Les ha importado un huevo la preservación de la historia, el valor documental de un archivo, el relato veraz de los hombres concretos, y las vicisitudes traumáticas de un pueblo determinado. Hace un par de años, un alto picotoste de la Unesco lo reconoció en público cuando este menda le preguntó al respecto. Karin Hendili reconoció la vergüenza y se limitó a decir, como Pilatos, que, «para hablar del tema se necesitarían varios simposium». Pues sí. Tantos como la cara más dura del funcionario más pagado.
Vergüenza para los políticos españoles que han hecho del Archivo de Salamanca -durante décadas y legislaturas portentosas de uno y otro signo- la moneda de cambio para seguir en el poder, para enrojar con papeles inocentes sus viles, mediocres, y obsoletas políticas culturales, y lo más horroroso de todo: para cambiar la verdad histórica de una nación. Para llevarlo a cabo, muy democráticamente eso sí, se han inspirado en las medidas filo fascistas más oscuras. ¿Cómo explicar entonces la piqueta que inventó Zapatero y que con tanto ahínco ha aplicado también Rajoy hasta hace 24 horas? ¿Cómo? Pues con una vergüenza plenipotenciaria.
Vergüenza para los nacionalistas catalanes que en esto han superado a todos los políticos de la Unesco y a los españoles juntos. Para ellos acabar con el Archivo de Salamanca no era más que su seña de identidad. La prueba nos la dio gratis hace unos días el señor Boya, director de archivos de la Generalidad catalana. Esta bestia parda se meó en «el dolor de las familias», y se cagó en el Archivo porque aquí lo único importante es «borrar la memoria del pueblo español». Textual. O sea, nazismo vergonzoso a equis kilos de papeles por investidura. De la vergüenza de los investigadores ni hablo, pues en este caso se resume en pocas palabras: sirven a su señor por unas cuantas monedas. Policarpo, hijo, aquí eres el único héroe que ha sacado los colores a toda esta piara de impostores y vergüenzas reunidas.