Educación
Encuentros de verano en la UVa: la esencia de la Tierra
La Universidad de Valladolid analiza desde el ámbito cultural y científico las diferentes vertientes de palabras como planeta, patria y territorio
![El rector de la Universidad de Valladolid, Antonio Largo, durante la inauguración de los Encuentros de verano](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2020/07/22/encuentros-uva-U30892452338D6F--1248x698@abc.jpg)
Un planeta, pero también el territorio en el que se hunden las raíces del ser humano, una patria y un hogar en el que construir la vida. Todo ello son diferentes caras y vertientes esenciales que dan significado a la palabra tierra, sobre la que profesionales del mundo académico, de la cultura, la ciencia, la economía y la política reflexionaron durante la segunda edición de los Encuentros de verano de la Universidad de Valladolid celebrados los días 16 y 17 de julio. Los jardines del Palacio Santa Cruz de la ciudad acogieron este evento, el primero tras el confinamiento, con todas las medidas de seguridad a las que obliga la pandemia del coronavirus. Un número limitado de aforo y con la distancia suficiente entre ellos permitió llevar a cabo este acto como una forma de «conectar con la sociedad» en un espacio de «encuentro» en la que la ciudadanía puede trasladar sus inquietudes y donde la universidad también pueda «aportar sus reflexiones» más allá del ámbito académico, aseguró el rector de la universidad vallisoletana; Antonio Largo, durante la inauguración.
Después del agradecimiento a todos los que hicieron posible las jornadas por parte de la vicerrectora de Comunicación y Extensión Universitaria, Carmen Vaquero, y de la coordinadora de los encuentros, Carmen Herrero, el dramaturgo catalán Albert Boadella se centró en el sentido más político y material de la tierra como patria. Buen conocedor de la situación catalana y muy crítico con el nacionalismo, desgranó en una videoconferencia titulada «Ficción y realidad en mi tribu» los «porqués» de lo que ha sucedido en los últimos años en Cataluña y de cómo se ha llegado a una «putrefacción política y social».
«La mayoría de la gente tiene adherencias sentimentales con su lugar de origen y eso no es nada extraño, mientras no haya una desmedida falta de objetividad sobre el lugar» ni haya un pensamiento supremacista, consideró. El problema, a su juicio, es que en Cataluña, de donde decidió «autoexiliarse», «en los últimos cuarenta años» se ha asistido al «trastorno y perversión de los normales sentimientos de adhesión a un territorio», expresó, y es entonces cuando se entra en una «zona de alto riesgo» en la que se pueden llegar a establecer «diferencias» por el simple hecho de haber nacido en un lugar y no en otro.
«A día de hoy, por mucho que nos empeñemos, no existen diferencias relevantes entre un ciudadano de Cáceres, Roma, París o Madrid ni de alguien de Gerona o de Guadalajara por el hecho de haber nacido en un sitio distinto», relató.
Entonces, ¿cómo se ha llegado a la situación que atraviesa políticamente Cataluña? Por un conjunto de factores históricos, políticos y psicológicos que han llevado a que «una gran parte de la Cataluña actual vive en esa desproporción entre ficción y realidad, en una fantasía histórica y la consecuencia es una falsa interpretación de los acontecimientos actuales», señaló el dramaturgo.
«Se han manipulado de tal manera los hechos históricos en función de lo que la gente necesita creer que la realidad científica es considerada como de los enemigos», criticó, hasta el punto que se vive una «paranoia sin control que afecta a dos millones de personas». Y es que «las ideas asumidas colectivamente tienden al fanatismo» y transforman a los ciudadanos libres en una «tribu de pensamiento único», defendió.
Y a aquellos que han rechazado esa actuación del soberanismo -«somos pocos los que nos hemos enfrentado directamente asumiendo las consecuencias», aseguró- se les ha considerado «traidores a la patria». «A veces eso es muy necesario cuando están amenazadas la libertad y la igualdad, los pilares por los que tenemos que sentir nuestro máximo apego a un territorio», destacó. El concepto de patria ha cambiado en los últimos tiempos, pero de todas las definiciones posibles prefiere quedarse con la que Aristófanes aportó hace 200 años: «Patria es donde se está bien». «Por eso yo considero que la mía es España», concluyó.
Las raíces
También en la vertiente de tierra como patria, pero desde un punto de vista metafísico, más espiritual, y centrado «en el alma» aportó su visión el director, actor y guionista, Óliver Laxe, realizador de la película «Lo que arde». En ese sentido, reivindicó la necesidad de volver a las raíces y al origen. «Creo que el arte es un intento por reconectar con la esencia de uno», indicó, y así mismo ha tratado de hacerlo él con su trabajo en los últimos tiempos. Después de vivir en Francia y Marruecos, se ha trasladado a un pueblecito de los Ancares lucenses, el lugar en el que vivían sus abuelos y allí es feliz. «Es el espacio en el que mejor puedo crecer y madurar como ser humano y ser libre», reconoció, antes de defender que «los seres humanos somos raíces de ciertos territorios y espacios» y en su caso, ha decidido regresar al origen. «Me parece un tema capital enraizarnos en estos tiempos convulsos», resaltó.
«Creo que mis películas son un camino de vuelta a casa», indicó y quizá por eso decidió rodar en el lugar que hoy es su hogar el largometraje «Lo que arde», un trabajo que ha hecho «tener más autoestima» al mundo rural gallego. «Nos han dicho tantas veces que nos equivocábamos quedándonos allí que nos hemos acomplejado», consideró.
Firme defensor de esa vida tranquila en los pueblos, ha decidido restaurar la casa de sus abuelos y poner en marcha un centro de desarrollo rural y sueña con montar una quesería. Todo eso sin dejar el cine: «Yo voy a seguir haciendo películas, necesito el bastón del arte», aseguró porque también puede hacerse cultura lejos de Madrid y Barcelona.
¿Es este momento una oportunidad para que la España vacía puede resurgir por estar alejada de las aglomeraciones? «Yo tengo mucha fe en el ser humano y su capacidad de superación, pero siempre tiene que venir algo de fuera para que cambiemos». En este caso, «por una cuestión de inteligencia» vamos a tener que «reorientarnos», defendió, y quizá el mundo rural tenga el impulso que necesita. «Puedo imaginar una Castilla y León y una Galicia rural equilibrada», expresó. En su caso, consideró que el camino que ha elegido, el de instalarse en un pueblo, es el «único posible». «La ciudad no es viable espiritualmente, nos degrada y los miedos crecen», expresó.