Artes&Letras

El empeño dramático

La obra teatral cervantina permanece en un segundo plano

Versión de los «Entremeses» de Teatro de la Abadía

JOSÉ GABRIEL LÓPEZ ANTUÑANO

En una enciclopedia leí tiempo atrás una afirmación contundente. Más o menos decía así: Cervantes hoy no sería reconocido si solo hubiera escrito teatro y es evidente que la posteridad se la gana con El Quijote y el resto de narraciones que se opacan por el esplendor de la obra maestra.

Los Entremeses, divertidos, ingeniosos y costumbristas , en efecto, constituyen un legado insuficiente para pasar a la posteridad como autor dramático señero, y Numancia y las Comedias arrastran una serie de problemas que acusaron los contemporáneos con más instinto que fundamentación, dándole la espalda en las corralas. Hoy permanecen en un segundo plano por un exceso de decoro, entendido por sujeción a reglas, falta de definición dentro del género y de caracterización definida de los personajes.

En relación con el teatro llaman la atención dos hechos: el interés, seguido de frustración, por no alcanzar la fama en su época como dramaturgo, y la dedicación de Cervantes a observar el teatro de su tiempo. Su obra narrativa está salpicada de narraciones y análisis de las representaciones del momento. Basta con acudir a El Quijote a los capítulos XLVIII de la parte primera o al XX de la segunda para conocer a qué espectáculos asistía y cómo los valoraba; y a algunas de sus comedias para estudiar sus propuestas de nuevas formas para el teatro. O leer el prólogo a sus Comedias, donde repasa lo que ha dado de sí el teatro en España en los siglos XV y XVI.

Sin embargo, su dedicación, estudio y trabajo a la elaboración de comedias ni tuvo, ni tiene una relevancia de primer orden pese a que buscó temas de interés para sus contemporáneos: el problema de España con los moros (Numancia, Los baños de Argel o El gallardo español), las aventuras de los libros de caballerías (La casa de los celos y selvas de Ardenia), comedias de santos (El rufián dichoso) o de enredo al estilo lopesco (La entretenida).

El peldaño más bajo que ocupa en relación a Lope de Vega, Calderón o Tirso , e incluso a dramaturgos que escriben en la estela de estos (Moreto, Rojas Zorrilla, Ruiz de Alarcón o Vélez de Guevara) se explica por variadas razones: unas afectan a la excesiva dispersión de temas que introducía en una obra dramática, saltándose una de las normas del género, la necesaria concentración, porque le podía la desbordante fantasía, que sí tiene cabida en la novela; otras, a la escritura dramática propiamente dicha.

Entre estas últimas, las comedias de Cervantes se construyen con unos versos que facilitan poco la acción rápida, donde las figuras retóricas no siempre se encuentran al servicio de la escenificación; los personajes no presentan la solidez de los de Calderón con toda su problemática existencial, ni la agilidad de los de Lope en sus comedias, se quedan a medio camino; las situaciones dramáticas las alarga excesivamente decayendo el ritmo de la propuesta escénica; por último, a los textos les falta una perspectiva dramática unitaria, los cambios inducidos por la dispersión temática no favorece la atención del espectador. Con todo, bien merece un repaso por la desconocida obra dramática.

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