35 ANIVERSARIO DEL ESTATUTO DE AUTONOMÍA

Los emigrantes de Castilla y León en América: «Nuestro reto ahora es transmitir la identidad regional a las nuevas generaciones»

Sus representantes en México, Cuba y Argentina ven «un honor» y «un orgullo» la Medalla de Oro de las Cortes

Sergio Rabanillo mira al océano desde el Malecón de La Habana en una escena de «Partir», el documental de Eduardo Margareto que también recoge la nostalgia de los emigrantes de Castilla y León

H. DÍAZ

Vendieron o hipotecaron lo poco o mucho que tenían en busca de un futuro mejor para ellos y sus hijos. Entre 1880 y 1960 corrían tiempos difíciles en España, así que no dudaron en cruzar el océano Atlántico. No fueron pocos, sino miles y miles los castellano y leoneses que se sumaron a la emigración masiva de aquel periodo. ¿Sus principales destinos? Argentina, Cuba y México, entonces con economías emergentes. «No sólo fue la lengua y la cultura lo que les empujó a estos países, sino también sus posibilidades, y luego las cadenas migratorias», confirma Juan Andrés Blanco, catedrático de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea de la Universidad de Salamanca y gran conocedor de las agrupaciones y casas regionales en el extranjero.

Fueron precisamente estos centros los que ayudaron a los castellano y leoneses a mantener el vínculo con su tierra de origen, con su folclore y gastronomía, y, además, en algunos casos, posibilitaron el acceso a servicios sanitarios y de educación a quienes habían tenido menos fortuna en la tierra de acogida. Un siglo después, los emigrantes aglutinados en estas casas siguen intentando mantener vivas sus raíces, un esfuerzo que les ha valido el reconocimiento de la Medalla de Oro de las Cortes de Castilla y León, que recibirán mañana sábado con motivo del 34 aniversario del Estatuto de Autonomía.

Festival de Folclore celebrado en una de las casas regionales de Argentina

«Nuestro reto ahora es seguir trabajando por que no se pierda el vínculo con Castilla y León. Que las futuras generaciones se sientan cubanos, argentinos o mexicanos, pero también castellano y leoneses», apunta Sergio Rabanillo Damera, presidente de la colonia zamorana en Cuba , que será el encargado de recibir la distinción en nombre de las miles de personas que forman la comunidad castellano y leonesa en la isla.

«Sorprendente» encuentro

Las raíces de Sergio están en Puebla de Sanabria (Zamora), de donde su padre emigró en 1915 con 17 años. «Era un fuerte candidato a pelear en Marruecos (Guerra del Rif), así que su madre lo metió en un barco y lo mandó para Cuba», señala Rabanillo. Viajó por primera vez a Zamora en 1995 «cuando mi padre tenía 96 años». Recuerda que llevaba una fotografía «de aquella España rural de los años 20 y 30», así que el encuentro con su tierra fue «muy sorprendente».

Sergio Rabanillo viajó por primera vez a Zamora en 1995 «cuando mi padre tenía 96 años». Recuerda que llevaba una fotografía «de aquella España rural de los años 20 y 30», así que el encuentro con su tierra fue «muy sorprendente»

Para Rabanillo, la distinción de las Cortes representa «una expresión de aliento por el trabajo que hemos realizado la emigración castellano y leonesa». Recuerda que el Centro Castellano, «con ese amplio concepto de Castilla que entonces se tenía», se creó en 1909 y llegó a alcanzar los 12.000 socios. Aunque tras la Revolución desaparecieron de ella los servicios de salud y educación, «tratamos de mantener una actividad asistencial tan fuerte como la que hubo al principio», explica este ingeniero eléctrico jubilado, advirtiendo que viven con «una austeridad extrema» y que los cambios derivados de la muerte de Fidel Castro no se comenzarán a ver en la isla «en menos de cinco o diez años». Como federación, es decir, sumadas todas las asociaciones castellano y leonesas de Cuba, cuentan hoy con 7.000 asociados.

«A finales del siglo XIX y principios del XX estas asociaciones tenían, sobre todo, una finalidad de servicio, pero también sirvieron para matar la nostalgia. Su objetivo era recrear las tradiciones, costumbres y festividades propias, pero a veces también para encontrar trabajo y, por qué no, pareja», explica el catedrático.

De su provincia y de su pueblo

Juan Andrés Blanco apunta también que, aún configurada la autonomía, la identidad de los emigrantes fue durante años fundamentalmente provincial. «La gente era española, de su provincia y de su pueblo», pero ese «sentimiento regional diluido» ha ido adquiriendo más fuerza «en algunos casos gracias a estas agrupaciones». Si había un centro vasco, asturiano y gallego, ¿por qué no uno de Castilla y León?». «El vínculo se produce en los años 90, ya creada la Junta», confirma Rabanillo.

Al frente de la Federación de Asociaciones Castellanas y Leonesas de Argentina se encuentra Pedro Bello. Este jubilado de 77 años coincide con Sergio Rabanillo en que su reto ahora es «trasladar a las futuras generaciones que no se olviden nunca de su tierra de origen». Nacido en Trabadelo, municipio leonés enclavado en la comarca de El Bierzo, Bello emigró a Argentina en 1957. «Cuando marchamos las posibilidades en España no eran muchas. Es verdad que hubo pena y desarraigo, pero en Argentina nos acogieron y nos dieron trabajo. En este país formé una familia y mis hijos se han educado en la escuela y universidad públicas, por lo que estoy muy agradecido», señala este berciano que siempre ha estado en Buenos Aires vinculado profesionalmente al sector de la hostelería. No obstante, añade, «nunca he perdido el cariño fraternal con la tierra. Tenemos medio corazón en España y el otro medio en Argentina».

«Cuando marchamos las posibilidades en España no eran muchas. Es verdad que hubo pena y desarraigo, pero en Argentina nos acogieron y nos dieron trabajo. En este país formé una familia y mis hijos se han educado en la escuela y universidad públicas, por lo que estoy muy agradecido»

Un sentimiento que considera que comparten cada uno de los miembros del Centro Leonés en Buenos Aires, hoy ya centenario. «En su momento tuvo más de 2.000 socios, ahora andaremos por los 800», apunta Pedro Bello, que pasa estos días previos a la celebración en las Cortes en Madrid, donde reside una de sus hijas.

En cuanto a colectividades de emigración, la de la comunidad es la segunda más importante en Argentina tras los gallegos. Actualmente son 46.000 los castellano y leoneses censados en todo el país; fundamentalmente en Buenos Aires, aunque también en Rosario, Córdoba y Mar de Plata.

Las capitale como destino

Las grandes capitales fueron los principales destinos de la mayoría de la emigración de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. «Procedían del campo, pero tenían claro que la mejora económica no estaba en el medio rural», apunta el catedrático Juan Andrés Blanco, aunque añade que en ciertos periodos las propias políticas de los países que los recibía marcaban que a cambio de la acogida se trasladasen a otros lugares: «En Cuba, donde la principal economía era el azúcar, muchas veces se organizaban en torno a las grandes centrales donde se cultivaba».

Entrega del libro de firmas en la sede de la Colonia Zamorana de Cuba

Para Bello, el reconocimiento de las Cortes «es un orgullo, una satisfacción», y tiene claro a quien se lo va a dedicar: «Recogeré la Medalla en nombre de todos los emigrantes castellano y leoneses en Latinoamérica y a ellos es a quien quiero dedicársela».

«En Cuba, donde la principal economía era el azúcar, muchas veces se organizaban en torno a las grandes centrales donde se cultivaba»

También se muestra «enormemente agradecido» por la distinción el representante de los centros regionales de Castilla y León en México, Pedro José Díez y Díez , cuya vinculación con la Comunidad está radicada en Valladolid y Medina del Campo, que visita con periodicidad.

Para este mexicano de adopción, perteneciente a una primera generación de emigrantes, «aunque mi padre también lo fue», la Medalla de Oro del Parlamento regional «es un honor y un orgullo para todos». Pedro José Díez y Díez confirma que uno de los principales empeños de la agrupación a la que representa es «preservar las raíces» a través de la cultura -folklore, gastronomía, etc.-. Actualmente, la Casa de Castilla y León en México aglutina a 450 familias: «Tenemos entre 40 y 50 jóvenes y alrededor de cien niños», apunta desde México D.F. Díez y Díez, que ejerce de «cicerone» estos días con una comisión de empresarios leoneses. Precisamente esta obligación le impedirá estar mñana en Valladolid, así que ha encomendado esta labor a la joven Mari Mar Díaz, hija y nieta de emigrantes leoneses, a quien ha trasladado que haga especial hincapié en agradecer «este gran reconocimiento».

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