Educación recomienda a los centros tener su propia guía sobre deberes

Siete de cada diez colegios no trabajan aún con las pautas puestas a su disposición desde el pasado curso

H. DÍAZ

El pasado curso 2017-2018 la Consejería de Educación ponía a disposición de las familias y de los centros una guía de buenas prácticas en materia de deberes. El documento había sido elaborado con el consenso de padres, profesores y alumnos. Sin embargo, pese a ese amplio respaldo y a que el departamento de Fernando Rey dejaba sobre la mesa «un conjunto de orientaciones muy concretas» sobre las tareas escolares, un curso más tarde siete de cada diez directores de centros (en concreto, un 68 por ciento) reconocen que siguen actuando como siempre lo habían hecho.

Es uno de los datos que se desprenden de una encuesta realizada por la Consejería de Educación, que recoge también que sólo el 17 por ciento de las familias y alumnado afirman conocer la citada guía y su contenido, aunque en cambio sí que es «ampliamente conocida» (un 77%) por los centros que participaron en el cuestionario.

A la vista de estos resultados, el departamento de Rey ha dado un paso más y desde el pasado enero mantiene colgado en el portal web de educación -www.educacyl.es- una propuesta para la aplicación de la citada guía, donde sugiere, a modo orientativo, un cronograma para planificar actuaciones en esta materia y que cada colegio e instituto cuente con su propia documento de deberes una vez alcanzado un acuerdo marco que integre los planteamientos básicos de la dirección, el profesorado, las familias y el alumnado.

«Lo destacable no es que haya un 70 por ciento que aún no está trabajando con la guía, sino un 30 que ya lo hace», defiende el presidente del Consejo Escolar de Castilla y León, Marino Arranz, uno de los que participó en su elaboración y que insiste en que lo importante de la propuesta colgada es que marca una «temporalidad» que puede servir de orientación a los centros.

Colaboración

Así, en este cronograma la Junta plantea a los centros que entre enero y marzo de este curso, es decir, en el segundo trimestre, abran una consulta con docentes, familias y alumnos que permita establecer el citado acuerdo marco, para que durante abril y mayo los colegios e institutos puedan elaborar un documento definitivo con los criterios que seguirán.

«La idea es que vayan entrando poco a poco en esta dinámica. Sabemos que hay centros que están más cercanos a la colaboración con los representantes de las familias y en otros que no resulta tan fácil. Desde el Consejo Escolar apostamos por que haya una colaboración y coordinación», añade Arranz, quien entiende que la dificultad no puede ser la misma «en un centro de cuatro alumnos que en uno de 800» y por ello la guía únicamente propone unas «líneas fundamentales» que luego se pueden ir «particularizando».

Entre las recomendaciones que realizaba la Junta en esas primeras pautas para la «racionalización» de los deberes se encontraban los tiempos máximos que los alumnos deben destinar a ellos en la enseñanza básica, según las cuales las tareas debían establecerse «de forma flexible y progresiva en función de los cursos y etapa, procurando no sobrepasar una hora al final de Educación Primaria y de hora y media o dos horas al final de la Secundaria». Asimismo, apuntaba la «periodicidad» con la que se debían prescribir y señalaba que «con carácter general no se fijarán tareas durante las vacaciones escolares, periodos o días festivos y se limitarán los fines de semana».

«Diferencia abismal»

Arranz cree que esta concienciación ha llegado a los centros y «de manera mayoritaria se está entendiendo», lo que «no significa que todavía queden centros que no estén de acuerdo o sujetos a un plan vinculado directamente a un proyecto educativo que les obligue a hacerlo». De ahí la importancia de estos nuevos pasos que ha dado la Consejería. No obstante, Arranz destaca que la mayor parte de los centros conocen el documento inicial, lo que considera «un verdadero avance».

Así, una vez que se establezca el acuerdo marco, la idea es que «las líneas básicas de trabajo se consensúen con los correspondientes niveles», porque «no es lo mismo Primaria que Secundaria o Bachillerato». «La diferencia es abismal», sostiene, e insiste en que además se deberán tener en cuenta otros criterios como la edad del alumnado, el nivel socioeconómico de las familias, el entorno...». Marino Arranz considera que tanto las primeras pautas como los nuevos pasos recomendados «es un camino en el que espera que vayan entrando la mayoría de los centros».

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