Educación

La Ebau en la era del Covid-19: unas pruebas que ya son históricas

Del 1 al 3 de julio, los alumnos de segundo de Bachillerato afrontan unos exámenes que este año sobresalen por la situación excepcional vivida por la pandemia

Alumnos del IES Julián Marías (Valladolid) preparan la EBAU HERAS

C. ROSADO

Cuando arrancaba marzo, los estudiantes de 2º de Bachillerato empezaban a ver acercarse la fecha de la temida prueba de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU). Los nervios comenzaban a aflorar, pero quizás ninguno pensaba ni remotamente que unos días después se nos confinaría en casa, que no podrían asistir a clase, que seguirían telemáticamente las lecciones y el contacto con sus profesores y que la incertidumbre se instalaba como compañera de estudios. Tampoco imaginarían que «volverían» a las aulas el 12 de junio, cuando ya deberían irse despidiendo de ellas. La pandemia del Covid-19 lo trastocó todo y puso a prueba hasta al más templado.

María Quintana, directora del IES Arca Real de Valladolid y presidenta de la Asociación de Directores de Instituto de Castilla y León (Adicale) ha vivido muy de cerca estos meses porque además es miembro de la Comisión organizadora de la EBAU en la Comunidad (en la que junto a los responsables de la Administración están también las universidades y representantes de los docentes). «Llevo dos años en ello y no había vivido nada parecido a esto», asegura.

María Quintana, presidenta de Adecale y directora del IES Arca Real de Valladolid HERAS

Considera que «es el acontecimiento más importante de la educación después del Covid-19» y relata las largas jornadas tomando decisiones para que todo esté a punto: «Es complicado, pero es lo que nos toca», siempre con el ánimo de «ser muy empáticos y entender a todos al tomar decisiones» porque «hay que ayudar y apoyar; entendemos la situación y estamos para lo que necesiten» los alumnos. Sobre estos últimos considera que «no están tan nerviosos como pensábamos porque han estado informados de todo y es mes y medio realmente lo que han perdido, ya se había dado el 80% del temario y se han puesto las pilas con las clases online; los he visto concentrados y tranquilos», a lo que han contribuido los docentes también, «que han hecho un esfuerzo grande y están poniendo el hombro, es gente muy profesional y están al pie del cañón para que esto salga bien», incluso los primeros días del confinamiento en que todo tenía que empezar a rodar desde las plataformas digitales y desde sus casas.

Estos meses han sido un ir y venir de normas, decisiones sobre la marcha y siempre sopesando qué ocurriría unos días y unas semanas después con las cifras de contagi o. Los días 1, 2 y 3 de julio se celebrarán finalmente las pruebas de Castilla y León y los más de 9.000 estudiantes que las preparan dan el empujón final. También sus profesores y las cuatro universidades públicas de la Comunidad echan el resto para que todo esté preparado.

La directora general de Universidades de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León, Blanca Ares, considera que «si ya en condiciones normales la organización de la EBAU es un reto de gestión y coordinación, ahora lo es más», pero observa «equipos muy preparados» en universidades e institutos, «que conocen bien el sistema y la realidad de los alumnos».

Incertidumbre

Afirma que «la situación de incertidumbre no ayuda a tomar decisiones, pero debemos estar preparados para ello como gestores públicos que somos y en entornos desfavorables», mientras añade que «al trabajo colaborativo realizado» han sumado «el sentido común que te ayuda a discernir cuando las cosas no están claras».

Lo más difícil, según Ares, ha sido decidir la logística, los espacios y sedes para las pruebas. Han sumado ocho más respecto a otros años en institutos de las distintas provincias para que los alumnos no se desplazaran a las ciudades, como Cuéllar (venían a Valladolid) o Arenas de San Pedro (Ávila).

Se han adoptado medidas de higiene y seguridad especiales para estas pruebas (obligatoriedad de mascarilla, más distancia entre las mesas, un horario más amplio para que la llegada y salida de los estudiantes sea más segura y se puedan limpiar y ventilar las aulas y edificios donde se celebren las pruebas, etc.), a la vez que se aumentaba el número de «vocales de centro», los profesores que acompañan a los alumnos y que este año jugarán un papel aún más clave al tranquilizarlos, pero también para que todo discurra con normalidad y sin aglomeraciones.

Con igual excelencia

En cuanto a los contenidos, Castilla y León mantendrá los estándares de las materias, que no se han modificado y lo que sí han decidido es aumentar la optatividad para que los alumnos puedan escoger las materias de las que examinarse. Es «una optatividad generosa», en palabras de Ares, que especifica «que eso no significa que no vayan a seguir siendo alumnos excelentes, pero permite demostrar los aprendizajes y conocimientos de los chicos». En definitiva, asegura que esto «hace que las pruebas se adapten a una situación excepcional» y que «no tengo duda de que entrarán en el mundo universitario con la misma preparación de calidad».

En Castilla y León, firme defensora de un examen único de la EBAU para toda España, no ha faltado en los últimos años la queja del distinto nivel de exigencia en estas pruebas según las comunidades, con un nivel más alto en las de nuestra Comunidad. Con la situación actual, Castilla y León mantiene que para titular en Bachillerato se debe seguir ajustando a la Ley educativa y pasar el segundo curso sin ninguna asignatura suspensa, algo que no sucederá en toda España debido a la flexibilidad que el Gobierno central ha dado a las comunidades para que sus alumnos titulen.

Blanca Ares, directora general de Universidades de la Junta de Castilla y León HERAS

Quien también observa como docente estas circunstancias tan excepcionales es la que hasta hace escasas fechas era la presidenta de Adicale, María Teresa Izquierdo, directora a su vez del IES Pinar de la Rubia de Valladolid. Califica estos meses de «angustiosos» por la necesidad que hubo de adaptarse al trabajo telemático y a las circunstancias de docentes y alumnos. «Los profesores tenemos que darles calma a los chicos y a las familias, porque el confinamiento ha supuesto un estrés familiar grande» y porque «es la única manera en que ellos van a rendir». Ha tenido días de estar a las 12 de la noche respondiendo correos electrónicos y jornadas en las que estos sumaban más de un centenar.

Cuando está apunto de jubilarse, considera que «esto ha sido un reto y estoy agotada, pero la docencia me gusta y estoy satisfecha». Recuerda que se decía «Mayte, vas a ir cerrando cosas y llegó la pandemia y me respondía, vale Mayte, mira cómo cierras, si vas abriendo otras». Como ella, desde la perspectiva de los meses vividos, María Quintana bromea con que «cuando acabemos quizá tengamos que ir a terapia». Pero lo importante, señalan las tres, es que los alumnos superen con éxito la última de sus pruebas este curso, la EBAU.

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