El discreto Tudanca

Pedro Sánchez es ahora mismo un grave problema. Lo es para los socialistas, lo es para los populares y, sobre todo, lo es para los españoles. Tras el varapalo electoral, sus anhelos de ser una alternativa potente a la acechante Susana Díaz se han esfumado junto con la posibilidad -racional- de ser presidente del Gobierno. Por mucho que él o el Luena de turno quieran vendernos otra cosa, lo cierto es que los votantes, de forma mayoritariamente aplastante, hemos elegido seguir siendo representados por los dos grandes partidos -más un tercero-, pero esta vez sin cheques en blanco. Por ello, cualquier otro cambalache que se plantee habrá de entenderse como un fraude y una traición a la democracia representativa que nos hemos dado.

Sin embargo, justo en esas parece estar Sánchez: en traicionar al votante, para gobernar como sea, con quien sea y al precio que sea. Menos mal que entre los socialistas sigue habiendo bastantes con dos dedos de frente y con una visión clara de cuáles son las líneas rojas -sí, precisamente rojas- que ni se deben ni se pueden cruzar.

Los llamados barones socialistas ya le han advertido al imberbe Sánchez sobre el peligro que conllevan los extraños movimientos que ha iniciado. Y es ahí justamente donde se echa en falta la figura discreta de Luis Tudanca como máximo exponente del socialismo castellano y leonés. Bien es cierto que, teniendo en cuenta el histórico del socialismo en estas tierras, nunca ha sido demasiado el peso específico que los de aquí han tenido en su partido a nivel nacional, pero quizá ésta sea la ocasión para hacerse notar y dejar claro que los socialistas de Castilla y León no están al lado de quien pretende echarse en brazos de las franquicias podemitas y hasta de los separatistas con tal de tocar pelo y no bajarse del burro. Eso sí, si están de su parte, convendría que lo aclararan.