Fernando Conde - Al pairo
Diputaciones: aquí, sí
«Es evidente que muchos de nuestros pueblos se han ido convirtiendo en las últimas décadas en la sala de espera del cementerio»
La Diputación de Valladolid acaba de solicitarle un millón de euros más a la Junta para poder afrontar en el próximo ejercicio el coste de la ayuda a la dependencia. Es evidente que muchos de nuestros pueblos, no sólo en esta provincia, sino en toda la región, se han ido convirtiendo en las últimas décadas en la sala de espera del cementerio. En toda Castilla y León los municipios de menos de doscientos habitantes con una media de edad superior a los setenta años son legión y castigo. Pero salvo que, con la llegada de esas políticas «new age» tan progres, se legalice la eutanasia masiva, esa es una realidad que difícilmente se revertirá en los años venideros. Por eso la necesidad de contar con una asistencia social adecuada no obedece sólo a la obligación de proporcionar bienestar a los mayores, sino -y tan importante como lo anterior- ofrecer también un medio de subsistencia a las pocas personas que en estos pequeños municipios pueden prestar este tipo de ayuda.
La España vacía, como denomina con gran acierto Sergio del Molino a esa España rural que aún trata de sobrevivir -que no renacer- entre cenizas, es una realidad de la que a día de hoy sólo se ocupan -y pueden ocuparse- las diputaciones. Hay provincias españolas que seguramente no necesiten una (no la tienen, de hecho, las que constituyen comunidad autónoma uniprovincial), pero nadie puede dudar del papel fundamental que juegan en una región como la nuestra. Por eso se sigue entendiendo mal que Ciudadanos siga emperrado en suprimirlas en toda España y a toda costa. Es posible que sobren en otros lugares, pero no aquí. Quizá el partido de Rivera, ahora que es de ámbito nacional, debería replantearse una medida que seguramente le reporta pocos votos en la ciudad y le resta muchos en esa España que más que vacía puede empezar a ser pronto una España vaciada.