Ignacio Miranda - Por mi vereda

Delirio animalista

«Algo tienen en común nacionalistas y animalistas, además de la mentira: su condición insaciable»

Ignacio Miranda

Hace tres años, cuando el Gobierno autonómico modificó el torneo del Toro de la Vega para prohibir el alanceamiento en público del astado, en una vergonzosa cesión ante las presiones de los animalistas, muchos aficionados ya dijimos que, en su radicalidad demagógica , la cruzada contra la caza era cuestión de tiempo. Aquella claudicación que trataba de justificar el vicepresidente, José Antonio de Santiago-Juárez, para evitar incidentes y «dignificar» la muerte de la res en un corral, representó una victoria moral para un colectivo cada vez más crecido en sus campañas de presión. Y una muestra más del proverbial ojo político del PP en esta región.

Algo tienen en común nacionalistas y animalistas , además de la mentira: su condición insaciable. Siempre quieren más. Ahora, un auto del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León suspende de forma temporal la actividad cinegética , tras impugnar el Partido contra el Maltrato Animal (PACMA ) el Reglamento Autonómico de Caza. Entienden desde sus filas que hacen falta más informes técnicos para considerar cazable una especie silvestre. Algo similar sucedió hace un año con el Plan Especial del Lobo, como recuerdan muchos cazadores al Ejecutivo de Herrera.

La presidenta del partido, Silvia Barquero, se felicita en su delirio por esta paralización que considera «un ensayo general de lo que será vivir en un país sin caza» . No le incomodan el paro, la corrupción o la crisis institucional, sino la presencia de cazadores «que deberán colgar sus escopetas, lo que supondrá un enorme respiro para los animales y las personas que salen al campo sin la amenaza de las balas». ¡Válgame Dios, si parece que habla de los años de plomo del terrorismo vasco!

La burda manipulación de este lobby no conoce límites. Como antaño el pacifismo, el animalismo revestido de ecologismo acientífico y urbanita refleja el triunfo de la intoxicación frente a la incontestable verdad: ningún ordenamiento jurídico reconoce los derechos de los animales. Es más, hay pocos errores tan graves como humanizarlos. Hoy no escribo como periodista, sino como jinete que lleva desde niño entre caballos y ganadero que pisa estiércol a diario.

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