David Frontela - VÍA PULCHRITUDINIS
Turigrinos de la vida
Una tarde oyendo misa en un pueblo del Camino de Santiago después de una dura etapa me llamó poderosamente la atención los pocos peregrinos que había en el templo. Cuando el cura ofreció impartir la bendición aparecieron riadas de gentes ataviadas como para una fiesta; tacones, brillantina… engalanaban a aquellos personajes. Allí descubrí el concepto del «turigrino» en estado puro, es decir, aquel que viaja hasta con el secador del pelo porque hay una furgoneta que le acerca aquellos descomunales guardarropías hasta el pueblo siguiente. Después de 20 años haciendo de la Ruta Jacobea una de mis obsesiones como Camino de fe y génesis de esa Europa que tanto amo aquello casi acaba con mi gran pasión.
Esta semana un conocido me preguntó por algún consejo para el Camino porque estaba preparándose para ir con su familia. Ilusionado le pregunté cómo lo iban a hacer y me contestó que en bicicleta a una media de 90 kilómetros diarios. Sorprendido respondí que eso era imposible pero lo peor fue la réplica del ínclito: «Vamos en bicicleta eléctrica».
Estupefacto balbuceé; ¿por qué no os vais a París en coche con aire acondicionado a razón de 500 kilómetros al día? Les aseguro que el recorrido también forma para del Camino de Santiago y además llegas a París que no tiene nada que envidiar a Santiago de Compostela.
Si el Camino de Santiago se ha convertido en una bici con motor (antes las llamábamos motos), un señor que te lleva las mochilas y ya no te salen ampollas ¿dónde hemos llegado? Pues se lo explico, al mismo sitio que no llevar mascarilla porque «me da calor», a que si me cojo el coronavirus o se lo contagio a mi anciano padre «nos lo tienen que curar sí o sí» y si no lo hacen es porque el Gobierno ha fallado.
Si como autoproclamados peregrinos no estamos dispuestos a sudar, a herirnos los pies, a tronzarnos la espalda con la mochila qué demonios esperan que hagamos en el día a día como sociedad. Una lástima tan grande como cuando llegas a Santiago y el voluntario que te extiende la Compostella te pregunta por los motivos por los que has hecho el Camino y si le miras atónito te responde: «Hay varias opciones…».