David Frontela - Vía Pulchritudinis

Trampas al solitario

«Sin la pervertida figura de los asociados la universidad no aguanta pero eso es tan cierto como que no tenemos un sólo premio Nobel entre nuestros docentes y ninguna universidad entre las mejores del mundo»

N. SANZ

La propuesta de Manuel Castells para acabar con los falsos profesores asociados en la universidad española es interesante. El ministro de Universidades dice que los falsos asociados son una herramienta inadmisible de la que la universidad se vale para ser viable económicamente. El ministro tiene razón, pero el asunto esconde otros problemas que ojalá también salgan a la luz. La universidad es insostenible, mejor dicho, las cincuenta universidades públicas son inasumibles. Ningún país debería convertir el sacrosanto espacio de la investigación y la formación en algo que no dista mucho de un instituto con aires de grandeza. Un pueblo-una universidad es un binomio inaguantable económicamente y, sobre todo, intelectualmente.

Una universidad ha de servir para atraer y compartir a los mejores y no para convertir en accesible -desde el punto de vista geográfico- la formación académica. No es sólo lo que cuesta tener abierto un campus por provincia sino que cómo vamos a alimentar de la mejor materia gris cada uno de esos reductos.

Una cosa es que los investigadores sean tratados como se merecen y otra cosa es que todos sean tratados como investigadores. Un profesor asociado es un profesional en activo que aporta su experiencia al mundo académico. Nunca debió ser lo que ahora es; para unos un acceso por la puerta de atrás a la carrera académica y para otros una manera de maquillar que es imposible sostener económicamente semejante nómina de universidades.

Convertir en categoría la anécdota de esta estratagema es lo mismo que bendecir el hecho de que las dos partes -universidad y profesores- hicieron trampas y ahora pelillos a la mar.

Sin la pervertida figura de los asociados la universidad no aguanta pero eso es tan cierto como que no tenemos un sólo premio Nobel entre nuestros docentes y ninguna universidad entre las mejores del mundo. Cómo vamos a tener excelencia si tenemos campus y titulaciones en cada provincia. Los niños estarán más cerca de casa pero si el dinero invertido en hacer institutos ampliados se invirtiera en becas nuestros vástagos podrían formarse en universidades de verdad financiadas óptimamente. El resto será el final de la Universidad en sentido estricto y el principio del fin de una sociedad que quiere regirse por lo mejor, abierta al mundo, plural y definitoria de lo que queremos ser.

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david frontela

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TRAMPAS AL SOLITARIO

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