David Frontela - Vía Pulchritudinis
Sociedad civil
«Bájense de los zapatos caros y entierren las camisetas del Ché, cumplan con su función de liderazgo y lideren»
Hace ya tiempo escuché a un preboste de la empresa de nuestra Comunidad que para salvarnos teníamos que potenciar a la «sociedad civil». A continuación el mismo personaje confesaba que aquello lo decía en busca de reconocimiento social.
Esta semana de primarias, Españas vaciadas y «Procés» he vuelto a ver cómo la utilización de la sociedad civil vuelve a estar de rabiosa actualidad. Ciudadanía, pueblo, «la calle»… son los eufemismos que los grupos de poder o aspirantes a él se arrogan para escribir tuits diciendo que ellos son los legítimos representantes de semejante imposible.
Bolsos de Dior, palestinas made in China y modernos profesionales enfadados con el mundo que ahora hollan la instituciones se erigen en representantes ciertos del pueblo, de los sin voz, de «lo que quiere la gente».
González y Aznar participaban el miércoles en un sarao -paradigma de lo anterior- anunciado directamente como «Sociedad Civil». Allí pretendían explicar lo que importa a la gente sobre el país sin reparar en que el auditorio era tan real como los archivos sobre ovnis del Área 51.
No digo que no haya que luchar porque los representantes públicos aspiren a serlo de una mayoría ¡faltaría más!, pero de eso a pretender que el reducto de su entorno se convierta en el paradigma de la sociedad en la que vivimos va un abismo. Apropiarse del concepto de sociedad civil y poner como canon de entrada un determinado número de tinte para el rubio, el estilismo de Zara o el chándal para ir al Congreso es una indecencia.
Preocupante sería todo lo anterior en tanto en cuanto sectario, confrontado y reduccionista paleto pero si a eso le sumamos que ante tanta tontería el populismo que no dice nada pero llega a los que no tienen grupo al que subirse gana adeptos de forma estratosférica la cosa se pone muy turbia.
Bájense de los zapatos caros y entierren las camisetas del Ché, cumplan con su función de liderazgo y lideren. No demonicen a los listos -sin importar la pinta que lleven- y tengan cuidado con que la sociedad civil, al final, pase de las modas impuestas y se apunte a la del reduccionismo totalitario, la desconfianza de la democracia y al final las cosas se hagan porque, simplemente, somos más.