David Frontela - Víc Pulchritudinis
Periodismo para vivir
«Aunque no nos guste leerlo, ustedes, los lectores, y nosotros, los periodistas, tenemos la culpa de todo. No se entristezcan, recuerden que en nuestras manos y en las suyas, también está la solución»
Si les digo que Windhoek está en Namibia muchos se preguntarán qué tiene que ver eso con las estepas castellanas. Pues bien, esa ciudad es el lugar donde se redactó un tres de mayo de hace treinta años el manifiesto en defensa de la libertad de prensa. Hoy recordamos que el periodismo es importante no sólo porque los periodistas también tenemos familias a las que alimentar sino porque su libertad, la de los lectores, depende de que nosotros hagamos nuestro trabajo. Tener información periodística a nuestro alcance nos da la vida, no es una exageración, sin periodismo no hay democracia y sin democracia poco nos queda más allá de la resignación. Da igual que estés en Namibia o en Tierra de Campos.
Según leen esto pensarán que bien poco podemos esperar de los periodistas en estos tiempos. No les quito la razón pero, por favor, les pido que nos pidan, les exijo que nos exijan y que nosotros hagamos lo mismo tan orgullosos de nuestra profesión como humildes en nuestras opiniones que no son mejores que las de cualquiera. Necesitamos a los lectores para comer pero, aunque suene exagerado, mas nos necesitan ellos para vivir. Miren, un periodista será tan bueno o tan malo como quiera serlo. Su profesionalidad no se la dará trabajar para uno de esos verificadores de noticias de innovadora apariencia que ahora reparten chapas de «Verdad» para ponerse en el pecho o en un periódico centenario como el que tienen entre las manos. No importa que alguien trabaje en uno u otro, tampoco importa a quién lea usted, si no hay datos y fuentes contrastadas eso no es periodismo, es propaganda y confundirla con información es malo por mucho que nos guste escuchar lo que queremos y que nadie nos lleve la contraria.
Aunque no nos guste leerlo, ustedes, los lectores, y nosotros, los periodistas, tenemos la culpa de todo. No se entristezcan, recuerden que en nuestras manos y en las suyas, también está la solución. Como en el fútbol; sólo dependemos de nosotros. Démonos una oportunidad para escribir periodismo y otra para leerlo. Si no lo hacemos la inmensidad del mundo se verá reducida al salón de nuestra casa que para ventilarse necesita que entre el viento de la calle aunque, a veces, sea molesto.