David Frontela - VÍA PULCHRITUDINIS
Miedo
«Si la filípica del presidente me abruma, las calles tomadas por tubos de escape bramando y sed de venganza directamente me aterroriza. No porque los protagonistas no estén sufriendo y necesiten respuestas sino porque el ambiente, sólo el ambiente me da pánico»
Decía don Miguel Delibes que el cielo de Castilla era alto de tanto como lo habían mirado los labradores esperando a que lloviera. Algo así me pasa estos días por la cabeza. Es imprescindible que llueva, que el agua limpie y haga desaparecer el rencor. El coronavirus sólo ha exacerbado lo que ya teníamos, no ha creado nada nuevo, sólo ha hecho crecer la semilla sembrada. La malahierba sólo necesita un poco de agua y calor para arruinar cosechas.
Me causa estupor ver la media sonrisa del presidente del Gobierno los sábados mientras se ríe del país. Una risita que voluntariamente deja entrever su sensación de éxito. No siempre se trata de ganar, no todo vale. Si la filípica del presidente me abruma, las calles tomadas por tubos de escape bramando y sed de venganza directamente me aterroriza. No porque los protagonistas no estén sufriendo y necesiten respuestas sino porque el ambiente, sólo el ambiente me da pánico.
Kavafis alertó hace un siglo del peligro de quedarnos esperando a los bárbaros. Pues bien, los bárbaros ya están aquí. Los dos adversarios esperando a que el contrario la líe mas gorda. Será como en las elecciones, con el primer muerto habrán ganado los dos. Antes los que se inventaban las revoluciones manejaban a los de siempre para que se mataran por una ideología, por un modelo de sociedad distinto, por algo. Ahora esos dirigentes mandan a la gente a las calles a escrachear, a dirigir un gobierno o lo que sea menester por un centenar de cargos de a 50.000 euros.
Mientras Podemos pone nombres en dianas he escuchado a otros pedir la guillotina para Pablo Iglesias, algo que sería como resucitar a Robespierre de un martirologio ateo capaz de destruirnos a todos. Cuidado con lo que se desea y las tonterías que se dicen. La España que fue capaz de rebuscar en el baúl un aplauso para lanzar a los sanitarios tiene que levantarse para buscar una vía pulchritudinis, sin buenísimo pero sin rencor. Hay una salida a la esperanza pero cuando discutan no olviden dejar una salida al adversario porque si no lo que tenemos entre manos no es confrontación, es asesinato. A lo mejor así debería arrancar ese camino de la belleza frente a la barbarie.