David Frontela - Vía Pulchritudinis
Legislar sentimientos
«No hagan ustedes leyes sobre si me tengo que hacer el Hara-Kiri o colgarme de un viga porque hoy me he levantado pensando/sintiendo que los hijos del vecino son míos»
La calle y los periódicos están estos día llenos de debates entre progres y reaccionarios, animalistas y carnívoros, feministas y machistas. Castilla y León vive un intenso debate sobre la nueva ley LGTBi y Murcia sobre el pin parenteral. Qué es mejor; ¿el huevo o la gallina?
El caso es que cada vez que abrimos la boca tenemos que ponernos en el bando de alguien y eso evidentemente tiene sus consecuencias. Los unos dicen que eres un rojo peligroso y los de más allá un facha reaccionario, nadie da su brazo a torcer, todo es o blanco a negro, rojo o azul.
Hace no mucho leí al obispo auxiliar de Valladolid cuando decía que parte del problema venía de «la pretensión de legislar sobre los sentimientos». No sé si Luis Argúello se refería a esto pero yo me arrogo la cita y la tiro sobre la barra del bar de debajo de mi casa.
¿Qué sería de nosotros si no supiéramos discernir entre lo bueno y lo malo? y más aún ¿Qué pasaría si nuestro ordenamiento jurídico no fuera capaz de hacer una radiografía sobre ello? Otra cosa es que los rojos o los azules, igual me da, pretendan poner sobre el papel quiénes son los buenos y quiénes son los malos exclusivamente por el hecho de pensar.
Como decía Kavafis; antes teníamos miedo a la llegada de los bárbaros pero ahora que están aquí, callamos y además les permitimos legislar sobre lo que sentimos para que así nos matemos entre nosotros, eso si, apegados al nuevo ordenamiento jurídico que ellos mismos han parido en base a «conmigo o contra mi».
Rojos o azules, legislen ustedes si quieren sobre si los impuestos son suficientes o excesivos, después ya votaremos nosotros si compensó o se quedaron cortos pero no utilicen la normativa para clasificarme como «bueno» o «malo» por pensar y sólo pensar lo que me venga en gana. No hagan ustedes leyes sobre si me tengo que hacer el Hara-Kiri o colgarme de un viga porque hoy me he levantado pensando/sintiendo que los hijos del vecino son míos o que me niego a publicar un tuit con lo que pienso/siento sobre Rosalía. Por favor, no me legislen el corazón.