David Frontela - VÍA PULCHRITUDINIS

Homenajes rentables

«Los padres estarán preocupados porque el inglés y los viajes quedarán en segundo plano pero un año es un año y cabe recordar un montón de pequeñas cosas que nunca hubiéramos valorado en otras circunstancias.»

David Frontela

Mis sobrinas son -supongo que como todas- unas niñas listas y simpáticas que a estas alturas del verano ya estarían visitando a los amigos centroeuropeos con los que hicieron intercambios durante el curso o apurando la mochila para irse al Camino de Santiago con la parroquia. Este año las circunstancias dibujan un escenario distinto y son miles los abuelos que ya tienen planchadas las sábanas y las despensas listas al gusto de los pequeños que se afanan por llegar en tropel a nuestros pueblos.

Los padres estarán preocupados porque el inglés y los viajes quedarán en segundo plano pero un año es un año y cabe recordar un montón de pequeñas cosas que nunca hubiéramos valorado en otras circunstancias.

Sería bueno recordar -para tranquilizar a los progenitores- que el léxico de nuestros mayores multiplica por diez el que utilizan nuestros pequeños en sus pantallas digitales -con conocer las partes de un carro sería suficiente-. Tampoco sería malo recordar que la compra On Line puede sustituirse por la bocina del frutero o el panadero que atrona las calles llamando a comprar sus magdalenas aún a riesgo de que éstas no sean «Libres de aceite de palma» y, sobre todo, que es posible ser felices sin cien tipos de jamón de York ateniéndose sólo a ponme «del bueno» o «del normal».

Después de cenar para congregar a la familia no hace falta Pay per View y con facilidad se puede sustituir por pipas y paseo dando la vuelta al pueblo mientras saludas a los vecinos. El domingo en misa no habrá noruegos o austriacos pero, visto cómo están las cosas, no estará mal compartir banco con un catalán, un madrileño o un vasco para darse cuenta de que no son tan raros como dicen los libros de texto de cada autonomía, al fin y al cabo todos tienen un abuelo castellano y eso nos iguala más de lo que pensamos.

Esto no ha de sustituir los anhelos de libertad de nuestros pequeños y los educativos sus padres y ojalá no se repita pero aprovechemos para rendir homenaje a cuanto tienen que aportar nuestros mayores. Probemos a ver su hospitalidad como una oportunidad para aprender y hagámosles un homenaje verdadero aprendiendo de su sabiduría y no sólo ahorrándonos el apartamento de la playa.

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