David Frontela - Vía Pulchritudinis

¡Fusiladle!

Ahora puedes ser un bestia pero domesticado y consentido por el criterio del redil, del partido o el equipo al que te dirijas

Retrato fotográfico de Bécquer

DAVID FRONTELA

Cuando me hice mozo me eché una amiga de esas que lo dicen todo. Igual te llamaba guapo sin venir a cuento que te decía cualquier barbaridad bajo la disculpa de que ella era muy sincera. Con el paso de los años dejé de verla y me topé con el «cuñadismo» como sucedáneo de aquella. Ahora –serán cosas de la edad– el cuñado es aquel que sienta cátedra porque tiene un oscuro amigo que fue legionario y conoce todo sobre secretos de Estado, pontifica sobre mascarillas y desescaladas o ha leído el mismo periódico que tú pero hace con él una teoría conspiranoica sobre Trump, Putin y González en la Bodeguilla de la Moncloa.

En la época de mi amiga de adolescencia también tuve oportunidad de decir a una encantadora chica del Cerrato algo así como: «¿Poesía? Poesía eres tú» y me quedé tan ancho. Después me dijeron que eso ya lo había dicho Bécquer y aún hoy sigo cargando con el sambenito de plagiador pero, lo juro, yo no lo sabía. Aquella chica era «poesía».

Ahora, pasados los años, me siento tentado a decir cosas; como mi amiga la sincera, los cuñados unidos del mundo o yo mismo declarándome a la chica del Cerrato. Tengo tentaciones de decir lo que pienso y, más aún, de ser lo que soy. Será por mi edad o por el difícil momento de la civilización pero ya no me atrevo.

Ahora puedes ser despiadadamente sincero y hasta brutal descubriendo al guapo o al feo, al rojo o al azul, pero siempre en el sentido que se espera de ti. Ya no hay margen para plagiar a Bécquer si eres de Celaya o decantarte por Messi o Ronaldo si eres merengue o blaugrana. Ahora puedes ser un bestia pero domesticado y consentido por el criterio del redil, del partido o el equipo al que te dirijas. De hecho, ya no se puede ser «normal», hay que ser o lo uno o lo otro.

Me dirán que soy un exagerado pero a lo largo de estas líneas he borrado cinco ideas que tengo en mi interior porque me da miedo que alguien venga y me diga: ¡fusiladle! o lo que es aún peor: ¿quién te ha dado permiso para ser tú?

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