David Frontela - Vía Pulchritudinis
Feliz Navidad
«Mañana podemos celebrar que el Verbo se hizo Carne o que nacimos para entendernos gracias al lenguaje»
Hoy, a pocas horas de celebrar la Navidad, bien vale pensar en lo que para un periodista supone el Evangelio. Un sorprendente manual de profesión periodística que relata sin ambages la necesidad de denunciar injusticias, dar voz al oprimido y ensalzar el bien. Las palabras han podido cambiar pero, al fin y al cabo, ahí están muchas de las las claves de lo que debiera de ser este oficio.
Desde aquel «La Verdad os hará libres» que de joven encontré en la emisora de COPE Valladolid, hasta el «Anunciad la Buena Nueva» escondido en los reportajes de superación del periódico que tienen entre sus manos, son muchos los versículos que impregnan esta profesión independientemente del credo del que la practique.
Mañana será precisamente el Verbo el que se hará Carne, realidad y palabra. Y si no creen en ello, ni en el Niño, ni en la mula, ni en la vaca, piensen en el verbo, en el que nos hace entendernos como seres humanos, como hijos de Dios o de la Madre Gaia.
Hace ochenta años el señor Pompeyo y la señora Teresa nacieron hablando diferente; uno en la Ribera del Duero y el otro en Tierra de Campos. Una entre entre herradas y Misterios y otro entre calderos y Nacimientos, el uno corito y la otra desnuda como lo hará mañana el Niño en el Portal.
Sólo cien kilómetros separan los dos pueblos pero en cada uno las palabras cambian -todo castellano- pero de léxico y giros únicos y diferentes. Lo curioso es que los dos han pasado una vida entendiéndose porque el lenguaje, el verbo, cuando se quiere se comprende sin inmersión lingüística, ni cooficialidad, ni traductor, ni tan siquiera de religión.
Mañana podemos celebrar que el Verbo se hizo Carne o que nacimos para entendernos gracias al lenguaje. Moldearlo al estilo de la ribera o del terracampino es sólo cuestión de cintura porque mañana el verbo o el Niño Dios -como prefieran- nace en todos y cada uno de los rincones de este mundo. Quien quiera que el Niño o el Verbo nazca sólo en su pueblo, en su región o en su nación, se equivoca, los dos han venido al mundo para que nos entendamos. Feliz Navidad.