David Frontela - Vía Pulchritudinis

Culpables

«Nos habíamos hecho débiles y acomodados a base de buscar fuera responsables incluso de nuestras estupideces»

ICAL

El coronavirus está haciendo la mayor radiografía a la humanidad que pudiéramos haber imaginado. Nadie habría sido capaz de poner nuestro mundo ante semejante llama para ver a través nuestro y descubrir los secretos mejor guardados. El sufrimiento existe. La fina piel de la que nos hemos dotado y el siempre eficaz recurso de la protesta, de culpar a otro descubre ahora sus efectos más dañinos. El Covid-19 no es efecto de la labor de nadie, ni su expansión es cosa de unos u otros.

La muerte ya no está en las playas de Lesbos o en los andenes del metro que acaba de explotar, la guadaña de Bergman toca a la puerta de cada casa, la tuya y la mía. Ya no podemos echar balones fuera al FMI, a las políticas, a las multinacionales… El mundo depende de todos pero, sobre todo, de cada uno porque ya no hay a quién responsabilizar de lo que uno mismo hace. Cuando nos enteremos de que África sucumbe aquí ya habrá pasado lo peor y entonces diremos -con la palma de la mano sobre los ojos para mirar el horizonte- que la culpa es de Europa o los americanos pero entonces ya será de nuevo responsabilidad de otros, las muertes ya no serán las nuestras.

El dolor ya no es una frase bonita demostrando inconformismo, verborrea o sufrimiento en una red social sino que es el esfuerzo y el sacrificio, la responsabilidad de confinarse esperando temerosos que los síntomas aparezcan o que la televisión diga algo.

Nos habíamos hechos débiles y acomodados a base de buscar fuera responsables incluso de nuestras estupideces por muy intransferibles y personales que fueran. Siempre había a quien culpar o una idea brillante que gritar en la barra del bar para que otro la pusiera en marcha.

Los sanitarios y su extraordinaria profesionalidad son ahora héroes sobre los que descargar nuestra responsabilidad, todo con tal de encontrar algo fuera de las cuatro paredes que nos encierran para decir que yo no tengo nada que hacer en esto. Pues si, cada uno tenemos que hacer todo porque esto no lo resolvemos entre todos si no lo resolvemos de uno en uno y ese uno somos tú y yo, nadie más.

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