Pedro Conde Soladana - Tribuna
La cutre pachanga fachisa
«No sé, don José Julio Rodríguez Fernández, exgeneral del Ejército Español, si encontrará y llegará con estos nuevos compañeros de viaje al tal ominoso edén comunista»
¿Qué hacemos, general, con la «cutre pachanga fachosa», ahora que usted ha decidido trocar la milicia por la política, dos formas, por otro lado, de servir decentemente a España? Aunque también puedan ser dos formas de dar volantines mentales cuando no se tiene claro qué es España. Y usted, general, estuvo al servicio de un Presidente de Gobierno, ¡en mala hora!, que en su refrito mental decía que el «concepto de nación era discutido y discutible». ¡Ah! Y fue nombrado nada menos que Jefe de Estado Mayor de la Defensa por una ministra del aquel sandio, Carme Chacón, que parecía tener por más nación a Cataluña que a España. Estos ojos la vieron en una manifestación a favor de un tipo, un tal Pepe Rubianes, que desaforadamente había gritado en una televisión catalana, entre otras frases ofensivas contra nuestra nación, ésta: «Me cago en la puta España». Después de aquello, la tal señora fue nombrada ministra de las Fuerzas Armadas por aquel zapatiestas que llegó al Gobierno con el sobrenombre de Zetapé. Tal para cual.
La duda que yo tengo, general, es si con aquel par de mentecatos, que rompieron todos los topes del principio de Peters llegando a los máximos niveles de incompetencia, usted se convirtió, al ser nombrado supremo Jefe de las Fuerzas Armadas, a sus oportunistas, hueras y revanchistas, y por ello muy peligrosas, teorías alucinógenas, o ya venía convertido y convencido de antes; porque se dice que en la Academia Militar sus compañeros lo llamaban «el Rojo».
Mas, analizando la decisión que ha tomado de unirse a una formación que tantas veces ha mostrado en sus declaraciones ser más rabiosamente antiespañola que los dos quídam arriba mencionados, la duda anterior se me despeja como la niebla ante el sol para ver con claridad que usted, general, fue sandía toda la vida: «verde por fuera y rojo por dentro».
He aquí algunas pruebas, general, usted se ha unido sin ningún escrúpulo a una formación política, más bien un batiburrillo de ideas sin apoyo neuronal, exprimidas y desecas como la mojama, por los vientos de la Historia, enraizadas en el comunismo. Su líder, Pablo Iglesias II, ha moteado hace poco al himno nacional como «cutre pachanga fachosa». ¡General!, que éste es el himno de España, a la que oficialmente al menos ha servido usted como soldado hasta alcanzar el puesto máximo de la carrera militar. El himno con cuyos sones, junto con la bandera nacional, ha presenciado enterrar a soldados, servidores de España, incluso asesinados por el terrorismo. ¡General!, ¿no le da escalofrío hoy este recuerdo desde la posición que ha tomado, y no precisamente en una acción de guerra, sino saltando a la política?
Conste que mi acerba crítica no es por haberse inclinado hacia una ideológica; sino por haberlo hecho con enemigos declarados de España; aunque ahora lo estén ocultando y escamoteando por estrategia política y electoral. Son muchas más las cosas que podría decirle. No le voy a relatar, porque usted ha debido de leer como yo, el reguero de declaraciones a favor de ETA que en la prensa y en los medios de comunicación han ido dejando sus ahora compañeros de viaje hacia el quimérico paraíso comunista de los Lenin, Stalin, Maos, Fideles, etc.; como si no se hubiera demostrado ya que detrás de los campos de concentración, los gulags, las checas, las cárceles…, por los que hay que pasar, antes de llegar a ese jauja comunista, no existen más que ríos de sangre.
No sé, don José Julio Rodríguez Fernández, exgeneral del Ejército Español, si encontrará y llegará con estos nuevos compañeros de viaje al tal ominoso edén comunista. Nosotros, otros muchos españoles, vamos por el camino clásico, sin torcer la ruta, el de siempre, el que lleva y conlleva la unidad de la vieja España con un destino común. Espero que nuestros caminos, tan dispares y de direcciones tan opuestas, no se crucen nunca. Si bien le invitamos a volver a éste; el que con más o menos lucidez y dignidad, usted pareció seguir hasta ahora.