Educación

La cuarentena aflora la dependencia de los móviles

Un estudio liderado por la Universidad de Burgos señala que durante el confinamiento, el uso del smartphone entre los adolescentes aumentó significativamente

Dos jóvenes consultan sus teléfonos móviles R. ORDÓÑEZ

Pedro Sedano

La cuarentena para frenar la Covid-19 ha servido para aflorar un problema que ya se intuía y que se ha agravado durante la pandemia entre los adolescentes. Se trata del abuso de los teléfonos móviles para actividades que van más allá de los fines educativos o formativos y su utilización para mantener los contactos sociales en un momento en que no era posible de manera presencial.

Un estudio realizado en el marco del proyecto europeo «Facing youngsters mobile addiction through an innovative technological app (YOUNGMOB)», con financiación de la Unión Europea (programa Erasmus +) y liderado por la Universidad de Burgos, señala que durante la cuarentena debida a la Covid-19 el uso del smartphone entre los adolescentes ha aumentado de manera significativa. Su coordinadora, Sonia San Martín, recuerda que, aunque la Organización Mundial de la Salud aún no lo reconoce, el abuso de los móviles supone una auténtica dependencia y los profesores lo están detectando en los centros educativos. El problema no es exclusivo de España, ya que los socios de este proyecto en Portugal, Eslovenia e Italia han llegado a conclusiones muy parecidas.

Dentro del proyecto se realizaron una serie de entrevistas online en profundidad a docentes de un colegio en cada uno de los cuatro países del proyecto. En el caso de Burgos se realizaron en el Colegio Aurelio Gómez Escolar, socio del proyecto. Prácticamente todos los profesores coinciden en que la adicción al móvil es un problema creciente entre los jóvenes. «No se trata de usar el terminal para seguir contenidos educativos o formativos o curiosear, sino de permanecer demasiado tiempo en páginas concretas de ocio o seguir de manera compulsiva a «instagramers o youtubers», ha explicado San Martín.

La coordinadora es profesora de la Facultad de Económicas, catedrática de Comercialización e Investigación de Mercados de la Universidad de Burgos, y cuenta con un equipo multidisciplinar de profesores del Departamento de Economía de la Empresa de la Universidad de Burgos: Nadia Jiménez Torres, Paula Rodríguez Torrico y Carlos Larrinaga González. Este se inició en septiembre de 2019 y finalizará en diciembre de 2021, aunque los datos del periodo de confinamiento han supuesto un cambio en su contenido.

Todos los entrevistados se muestran de acuerdo en que el uso del móvil ha aumentado en la pasada cuarentena debida a la Covid-19. «El uso académico se ha sumado al lúdico, única manera de los adolescentes de tener contacto con sus amistades; y, además, los adolescentes tenían mucho tiempo libre para dedicar a las redes sociales, juegos y otras actividades telemáticas». En este sentido, uno de los docentes señala que «la cuarentena ha afectado de manera muy negativa y ha provocado un uso excesivo del teléfono móvil, algo que va de la mano de un empleo totalmente inadecuado..., incluso abandonando las tareas educativas, ya que ha sido la única forma que han tenido los jóvenes de comunicarse entre sí».

El uso entre los 5 y 6 años

El abuso del móvil se ha detectado en alumnos de 9 a 15 años, aunque el problema de comportamiento que lleva a estas situaciones parece tener un origen anterior, seguramente entre los 5 y los 6 años, en parte provocado por el ejemplo de los padres o por la mala costumbre de acostumbrar a los niños a entretenerse, a veces durante horas, viendo contenidos en el terminal telefónico.

Al ser preguntados por consejos o recomendaciones para reducir esa adicción o tener un uso correcto del móvil, los docentes apuntan que deben ser los propios chavales los que controlen al móvil y no al revés. Para ello, deben crear un horario de uso del móvil compaginándolo con otras actividades ya programadas: extraescolares, tareas, deportes, tiempo de lectura y otros usos. Se debe compaginar, en todo caso, con actividades totalmente ajenas al uso de las nuevas tecnologías y más beneficiosas para la salud como actividades físicas en el medio ambiente o hablar más con la familia y los amigos de manera presencial.

La profesora San Martín insiste en que es positivo usar el smartphone como una herramienta para buscar información, contactar con personas a distancia, o seguir aplicaciones útiles y creativas. En la otra cara de la moneda están las actividades lúdicas vacías de contenido que «enganchan» a los adolescentes. Aunque no todos los expertos están de acuerdo, se estima que el uso del móvil durante más de dos horas al día es una adicción, aunque más que el tiempo de uso, los profesores consultados en el estudio apuntan a indicios como la pérdida de contacto social o la necesidad de tener el móvil cerca y poder consultarlo en todo momento, lo que indica una clara dependencia.

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