Crear hermandad tras dos años en pausa
La Archicofradía del Rosario procesionará por primera vez en Salamanca después un margen de tiempo de trabajo y espera marcado por la pandemia
Hace algo más de dos que años el mundo paró. Todo cambió, las calles se vaciaron y la rutina desapareció. Un silencio extraño se apoderó de todos los rincones y los planes, preparativos y expectativas se diluyeron. La noticia de que España entraba en un estado de alarma llegó a la Archicofradía del Rosario el día del primer ensayo de costaleros de su historia. Pese a ser la cofradía de gloria más antigua de la ciudad, datada en 1500, la hermandad consiguió en 2020 tras diez años de espera burocrática luz verde por parte de la Diócesis de Salamanca para añadir la catalogación ‘penitencial’ y poder posesionar. Pero la pandemia obligó a retrasar este momento.
La Semana Santa ha vivido dos años en blanco en su calendario . 2022 supone el regreso de las procesiones que, aún marcadas por el coronavirus, volverán a las calles. Una vuelta que afrontan las cofradías con preparativos que no han cesado durante este tiempo y que esperan con «ilusión». Así lo afirma Javier Casas, el segundo hermano mayor de la salmantina Archicofradía del Rosario, que procesionará por primera vez el próximo mes de abril. Afirma que la noticia del segundo año consecutivo sin poder salir a la calle fue más dolorosa. «El primero era la inconsciencia, pero se pasó. Pensábamos que según iba la evolución se iba a poder salir», afirma, mientras recuerda el sentimiento de que «faltaba algo» en una semana en el que las terrazas estaban abarrotadas, pero las tallas aguardaban en las iglesias, informa Ical.
La Archicofradía del Rosario ha continuado a lo largo de este período con su actividad, con la que se muestran «contentos» con la respuesta de la gente. Así, Javier Casas relata que, para ellos, la Casa de Hermandad ha sido un «pilar fundamental, el día a día. Un punto de reunión que, como detalla, no tienen todas las cofradías, pero que ellos consideraron «necesario» desde el momento de su fundación. Liturgia, pasos, fotografía, música, capataces, bordado o arte son temas sobre los que, desde la hermandad, organizan actividades para unir a los cofrades y crear un sentimiento de comunidad.
Óscar Rodríguez, el primer hermano mayor, y su hijo, Óscar Rodríguez San Dionisio, junto al profesor de la Usal, Mariano Casas, forman el equipo de asesoramiento artístico dentro de la cofradía. Un equipo que se ha encargado de tallar el paso en el propio taller de la hermandad . Además de dar forma a la madera, desde la Archicofradía del Rosario buscan un trabajo exclusivo para elaborar todo lo necesario para la procesión. Así, a través de talleres de bordados, dibujo y costura, son los propios hermanos quienes realizan las túnicas y vestimentas para poder lograr una uniformidad estética y unir a los cofrades con sus actividades.
«Nosotros queremos poner todos nuestros medios para que la procesión sea lo más atractiva posible, para que la gente entre, pero el énfasis lo vamos a poner en la vida diaria de la hermandad», señala Óscar Rodríguez. «Al final, la hermandad se convierte en cofradía el día de la procesión», reflexiona con el concepto de comunidad, mientras señala que «si solo nos dedicamos al desfile, eso es turismo».
Semana Santa y coronavirus
Las cofradías vuelven a las calles este mes de abril entre miedo e ilusión. Javier Casas ha recibido con ganas la noticia del acuerdo entre la Junta de Castilla y León y los representantes cofrades de no imponer restricciones específicas para la Semana Santa. «Medidas más restrictivas no tenían mucho sentido después de actos multitudinarios que no lo han requerido», afirma. Aun así, recomendarán a los nazarenos y costaleros llevar la mascarilla cuando se encuentren en lugares cerrados. Por su parte, el primer hermano mayor piensa en «usar el sentido común» en cuanto a los costaleros se refiere. «El esfuerzo físico que se hace debajo de un paso es muy grande. Aquí una persona toca a 50 kilos y hay momentos muy duros», y añade que las mascarillas pueden evitar contagios, «pero prefiero que me entre el coronavirus a que me dé un infarto».
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