Guillermo Garabito - Anotaciones al margen

Cortes de radio

«Parecía que en cualquier momento, en vez de seguir retransmitiendo en una pantalla la imagen del procurador de turno (...), iban a conectar con el Congreso de los Diputados en directo»

Los procuradores castellano y leoneses estuvieron este martes muy atentos del discurso de Pedro Sánchez F. HERAS

CRÓNICA PARLAMENTARIA

Llegué a las Cortes media hora antes del pleno –a las cuatro y media– suponiendo que en la cafetería tendrían encendida la televisión para ver el discurso de Pedro Sánchez. Y me imaginé por el camino a los procuradores allí sentados, comentando la jugada hasta que comenzase el pleno. Incluso comiendo pipas. Pero al entrar en la cafetería no había ni procuradores ni televisión encendida ni nada. Los periodistas seguían el discurso a través de la radio, con los auriculares enchufados. Más tarde, viendo el panorama en la Cámara, me imaginé que no habían querido encender el aparato para no calentar más unos ánimos efervescentes.

La sesión comenzó con las preguntas orales al Ejecutivo de Herrera. Tudanca preguntaba por qué en su gobierno «donde dije digo, digo Diego». O algo así sobre las contradicciones. Y Herrera para no contradecirse respondió que no sabía «a que se refería su señoría». Cerró la respuesta el presidente defendiendo que «el que esté libre de contradicciones que tire la primera piedra». Y nadie tiró una piedra. Pero a Herrera le siguieron lloviendo las preguntas sobre si comparecería o no en la comisión que investiga la trama eólica. Fue a cerrar su pregunta Tudanca hablando del medio rural y de la minería y Herrera sentenció: «Con esta pregunta ha quedado usted como Cagancho en Almagro… Algún día se lo explico».

Tensión, móviles y tabletas

El pleno empezaba tenso. A cada frase de la bancada socialista en el PP corría un murmullo general parecido al abucheo. Y cuando replicaba Herrera lo mismo hacían los en la oposición. Clemente llamaba al orden, pero unos se animaban y los otros respondían, claro. Los procuradores del PSOE habían entrado orquestados en las Cortes y todos, antes de pronunciar la cuestión que habían registrado, preguntaban si el presidente iba a comparecer o no en la comisión de investigación de la trama eólica.

Había más móviles que de costumbre sobre las mesas y ordenadores y tabletas. Parecía que en cualquier momento, en vez de seguir retransmitiendo en una pantalla la imagen del procurador de turno y en la otra el tiempo que le quedaba de intervención, iban a conectar con el Congreso de los Diputados en directo. La tribuna de prensa en las Cortes estaba llena. El personal también pendiente de los móviles. Se asemejaba la escena a esos palcos del estadio con pantalla gigante para poder seguir el partido cuando el equipo no juega en casa.

Fue la tarde de los transistores; sin José María García narrando el 23-F y con menos interés que aquello. Algunos en la tribuna de prensa se ponían y se quitaban un auricular que les tenía conectados a Madrid y les hacía perder el hilo de lo que aquí ocurría.

Tan tensa trascurría la sesión que hasta se enzarzaban los compañeros de partido. Clemente ordenó callar a de Santiago-Juárez mientras este discutía con un procurador socialista ubicado en la otra punta del hemiciclo. De Santiago-Juárez haciendo caso omiso siguió hablando con la solapa de su chaqueta mientras la presidenta de las Cortes seguía mandándole callar. Y él se iba enervando al estilo Mourinho, preguntando «¿por qué?».

Había nervios ayer en el hemiciclo. Por el discurso de Pedro Sánchez me extraña que fuese el revuelo. Ni que le cuadraran los votos para ser presidente.

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