Coronavirus
Mucho más que un paseo
Las personas con autismo y con trastornos de conducta pueden salir a la calle durante el estado de alarma para evitar que el confinamiento les provoque graves crisis
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Cada tarde Miguel sale de casa con su hijo Gonzalo para dar el paseo que llevan años haciendo a la misma hora. Y es que, a pesar del confinamiento y del estado de alarma, abandonar las cuatro paredes de su casa aunque sea sólo por un periodo mínimo de tiempo es vital para el chico. Como Gonzalo, las personas con autismo y otros trastornos de conducta o disruptivos tienen permitido salir durante estos días porque para ellos es una «necesidad» . Poder «seguir con sus rutinas» es fundamental y ayuda a que no sufran crisis que pueden agravar su estado e, incluso, llegar a las autolesiones o las agresiones a su entorno.
Pero no fue así desde que comenzaron las medidas de restricción. Al inicio —el estado de alarma comenzó el 15 de marzo— había «mucha ambigüedad» y ni las familias ni los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad sabían lo que tenían que hacer. «Esto provocó que hubiera un número importante de denuncias a padres de niños con autismo», explica Miguel Casas que es el presidente de la Federación de Autismo de Castilla y León, pero también a nivel nacional.
«Se trata de salir por una necesidad», insiste, y lo hacen guardando las distancias de seguridad y seguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias. «El trastorno del espectro autista es muy amplio, hay personas con discapacidad intelectual y otras que no, pero todas tienen en común la necesidad de tener una estructura, una planificación y unas rutinas muy marcadas» , relata Miguel Casas.
Un alivio
El confinamiento provoca que esto «se rompa» y las consecuencias son mucho «más graves»que para el resto de niños, que podrán salir también a partir del 27 de abril en el caso de los menores de 14 años. El aislamiento se suele convertir entonces en situaciones delicadas que alteran su comportamiento y la interacción con su entorno, con su familia. «Se generan crisis de ansiedad por no saber por qué no pueden salir y hacer lo que hacen habitualmente», pero no sólo eso, sino que en algunas situaciones se desencadena una reacción que puede terminar en una medicación mayor de lo habitual, en autolesiones o agresiones.
«Cuando no se puede salir, un paseo no es la solución, pero sí es un alivio para ellos y también para las familias» , explica el presidente de la federación autonómica que agrupa a padres de personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA). «Para ellos es terapeútico, les tranquuliza», añade.
Pero no todos lo entienden o quizá sea desconocimiento. Desde los balcones hay quien ha reprochado a estos padres el que salgan con sus hijos a la calle e, incluso, han llegado a escuchar insultos. «Las personas con autismo no tienen ningún rasgo visible que les diferencie. Ven a dos personas y la gente no sabe que tenemos permiso para pasear», expresa Casas . Y eso les ha llevado a encontrarse con «insultos, vejaciones y faltas de respeto» de quien no comprende que no les agrada tener que exponerse a la enfermedad. «Si algo nos asusta es que tengan que ir a un hospital porque si en casa la situación es problemática, en un hospital sería tremendo», explica.
Por eso, se esfuerzan en que la sociedad conozca que no pasean «por gusto, sino por necesidad». «Además, de que es un derecho recogido en el BOE, como el de otras personas». Y quieren ejercerlo sin necesidad de llevar ningún elemento identificativo, como se propuso por parte de algunos sectores. «No tenemos que asumir ningún estigma, eso supondría volver años atrás, a un avisiónnegativa del autismo».