Ignacio Miranda - Por mi vereda

Contemplar y transformar

«Menuda lección: los dominicos siempre enseñando la verdad»

Mientras el candidato popular a la presidencia de la Junta y exalcalde de Salamanca sigue enfrascado en plena campaña, entre debates anodinos, pinitos como asador de lechazo y caricias a terneros frisones cuando toca visitar una explotación de vacuno de leche, los dominicos de aquella ciudad han hecho realidad una interesante iniciativa de promoción cultural y turística. Acaban de abrir al público una terraza situada sobre la parte posterior de la fachada del convento de San Esteban, una de las grandes joyas arquitectónicas de la capital, de estilo mayoritariamente plateresco, como mirador privilegiado a unos treinta metros de altura para contemplar el ingente patrimonio monumental y otras vistas espectaculares del paisaje urbano. Un espacio similar a los que ya existen en la Catedral y la Clerecía.

Según explica fray Ricardo de Luis, prior del cenobio, ha sido necesario salvar diversas dificultades para hacer posible el acceso a la terraza, tras habilitar una escalera de caracol de 62 peldaños dentro de la obra financiada por el Ayuntamiento. Podrán ascender grupos de veinte personas, siempre con acompañante, para deleitarse «en una experiencia espiritual de silencio, armonía, equilibrio y paz», explica el padre dominico. Porque la Orden de Predicadores muestra ahora este rincón de su casa, verdadero centro de formación teológica, filosófica y jurídica desde su creación, para admirar los monumentos no sólo con los ojos, sino con el alma.

De los claustros a la biblioteca, aquí han vivido, rezado y estudiado figuras de la talla de Francisco de Vitoria, padre del derecho internacional dentro de la denominada Escuela de Salamanca, con discípulos como Domingo de Soto y Francisco Suárez, defensores de los derechos de los indios americanos. Aquí fue prior el toresano fray Diego de Deza, que intercedió por Colón ante los Reyes Católicos. Un convento ahíto de historia que desprende humanismo y amplitud de miras. Por eso, como explica De Luis, el turismo no es pasar por un sitio para hacer miles de fotos, «sino dejarnos transformar por lo que contemplamos».

Menuda lección: los dominicos siempre enseñando la verdad.

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