Un cónclave sin demasiado ruido de sables

Tudanca saluda a Villarruba en presencia de los «ex»Quijanoy Lopez ICAL

M. SERRADOR

Cuando pasadas las diez y media de la mañana arrancó el 13 Congreso del PSCL en Zamora, sonó en el auditorio del Teatro Ramos Carrón el conocido tema «Libertad sin ira», de Jarcha, con el que se ponía música a las primeras imágenes de Demetrio Madrid —el único presidente socialista de la Junta— y el responsable de que en 1977 se pusieron los primeros cimientos del PSOE en Castilla y León. La siguiente imagen fue la de Luis Tudanca, ya en 2017, primero en Burgos, luego por diferentes puntos de la Comunidad y, por supuesto, junto a Pedro Sánchez, su principal aval. En medio, la nada. Como si los otros secretarios autonómicos, como Jesús Quijano, Óscar López o Julio Villarrubia, presentes en la sala, no hubieran existido.

El homenaje el fallecido burgalés, Julián Simón de la Torre fue, sin duda, el momento más emotivo de una jornada a la que llegaron 272 delegados, de los 275 elegidos. Entre ellos, pocos críticos, si bien representantes de León se encargaban de dejar claro en los pasillos que «venimos al cincuenta por ciento», aunque tampoco hicieron ruido. Para los pocos y silenciosos «rebeldes», el «aparato» había hecho callar a los que perdieron las primarias (los que apostaron por Susada díaz) y el Congreso se estaba convirtiendo en un paseo militar sin una sola voz discordante. Tal es así que algunos, una vez que se produjeron las intervenciones de la inauguración, optaron por abandonar el lugar y dedicarse a la siempre confortable visita a Zamora, como el ex secretario general del PSCL y su esposa, Jesús Quijano y Dolores Valle, o la propia presidenta (hoy será ex) del partido, Soraya Rodríguez, que hizo lo propio con su hija, no sin antes lamentar que ya había «purgado» bastante, después de tener que compartir las primeras horas sentada con los miembos de la Ejecutiva autonómica, entre Luis Tudanca, Ana Sánchez y Virginia Barcones, dando muestras evidentes de que no estaba disfrutando del momento lo más mínimo. Nada que ver con la euforia de quien repetirá en su cargo y ejerció de anfitriona, la secretaria de Organización. De esta forma, la jornada transcurrió sin sobresaltos, con los delegados portando los bolsos rojos y blancos —en su interior la ponencia marco, un abanico, un boli y un cuaderno— que se fueron entregando a cada uno de ellos a su llegada al teatro.

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