«Como esto siga así van a desaparecer todas las explotaciones. Esto es inasumible»
El ganadero Luis Alfonso Hernández habla de un más que complicado escenario para el sector
Comenzó en la ganadería con 16 años y a sus 50, Luis Alfonso Hernández no ha conocido una época «peor» para el sector. «He tenido etapas buenas, malas y regulares, pero como esta ninguna», asegura para resumir el gran ‘bache’ que atraviesa a día de hoy su explotación de más de 2.800 ovejas a consecuencia de unos costes «inasumibles» que hacen que lleve meses —desde julio— «produciendo a pérdidas». Un escenario que ya era complicado ha empeorado a raíz del estallido de la guerra en Ucrania hasta el punto que «si esto sigue así desaparecerán todas las explotaciones». «No solo la mía, todas», vaticina convencido este ganadero de Villabrágima (Valladolid), que, además, se dedica también, aunque en menor medida y para el consumo de sus animales, a la agricultura. «Aguantaremos como podamos, pero más tiempo produciendo a pérdidas va a ser inasumible», resume.
Lo que más le está afectando a esta granja es el disparado precio de la alimentación de las ovejas. La soja, el maíz, el trigo o la cebada ya se habían encarecido un 25 por ciento antes de la guerra, pero con el conflicto «aún se ha notado más». Lo mismo ha ocurrido con la energía. Si el coste de la luz ya era elevado y ha duplicado la factura —de 1.500 euros a 3.000 al mes—, el encarecimiento del combustible de las últimas jornadas no ayuda a la viabilidad de estas explotaciones. «Solemos pagar unos 60.000 euros al año en gasoil, a unos 0,60 céntimos y ahora lo pagamos a 1,80», explica Hernández, que reclama como solución más inmediata que «se cumpla la ley de la cadena alimentaria». Según explica, «la industria dice que no puede asumir tanto incremento, pero es que nosotros solos no podemos hacerlo».
Si bien, aún no han notado falta de suministros, la huelga de los transportes también va a influir en su día a día. «De momento sí nos han recogido la leche, pero nos están diciendo ya que puede que en adelante no lo hagan y eso significa que nos va a tocar tirar leche», lamenta. Un obstáculo más en un difícil camino que llevan recorriendo demasiado tiempo y que hace también peligrar empleo.
Esta explotación familiar cuenta con siete trabajadores, además de los dos hermanos propietarios. «Yo dependo de ellos y ellos de lo que produzcamos», relata el ganadero, que señala, además, que en los últimos años han invertido en modernizar y poner a punto su explotación a través de varios préstamos. «Eso hay que pagarlo», por lo que pide una vez más que «todos arrimen el hombro» para que la ganadería no vaya a pique. Las perspectivas no son nada buenas en un sector además «muy envejecido». «Se han perdido últimamente muchas granjas, pero este año va a ser la puntilla», indica, augurando, además, que los profesionales más mayores decidirán echar el cierre ante tan complicado panorama.