Educación
Colegio San Estanislao de Kostka de Salamanca, ejemplo de convivencia
El centro salmantino acoge una iniciativa pionera en la que sus alumnos estudian con chicos con discapacidad y viven experiencias conjuntas
Desde el pasado mes de septiembre, los seisciento s alumnos del colegio jesuita San Estanislao de Kostka tienen siete compañeros más con los que comparten su centro y distintas actividades. Son siete alumnos de la unidad formativa que la Fundación Aviva -dedicada a defender los derechos y mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad y sus familias- ha implantado en el colegio salmantino. Se trata de una iniciativa pionera que hace posible que los escolares de ambos grupos compartan no solo espacio, sino también experiencias conjuntas y se conozcan más allá de la discapacidad.
El Colegio San Estanislao de Kostka ya tenía una relación previa con la Fundación Aviva porque sus socios realizan deporte adaptado en sus instalaciones, a lo que se ha sumado la unidad de formación sociolaboral «Así quiero mi vida», en la que participan los siete estudiantes. Hicieron ajustes en los espacios para que ellos tuvieran aulas y ahora trabajan competencias sociolaborales con itinerarios adaptados: estudian lengua, matemáticas, pero también otras actividades que les ayudan en su desarrollo y les preparan para el futuro.
«Así quiero mi vida» es un proyecto que presta apoyo para mejorar las competencias y habilidades de los chavales que presentan algún tipo de discapacidad a través de itinerarios personalizados. El fortalecimiento de las habilidades conceptuales, sociales y prácticas es uno de sus objetivos de esta iniciativa, aunque lo más innovador es que este proyecto se lleva a cabo en un espacio normalizado de formación, como es un colegio al que asisten alumnos desde Educación Infantil a ESO.
El director del colegio jesuita, Juan Antonio Vicente , explica que «por nuestra parte, ganamos mucho porque los alumnos ven a estas personas más allá de sus discapacidades a base del encuentro», y eso sucede « a todos los niveles». Relata cómo antes de la Navidad, uno de esos chicos tuvo como «reto» especial buscarlo para entregarle una felicitación para él y para el colegio. Pequeños pasos que van marcando diferencias para estos alumnos y que les ayudan en su crecimiento.
«Los ritmos son diferentes» en lo educativo para los dos grupos de escolares, pero las diferencias se quedan ahí, como añade Vicente: «Ayer hicieron un talent show virtual -por las medidas marcadas debido a la pandemia- y ellos también participaron con un vídeo y quedaron en tercer lugar tras las votaciones; los chicos los valoraron como al resto y para nosotros es muy destacable que nuestros alumnos hablen de ellos como unos más del resto de compañeros».
Una relación muy plástica
Muchas de las actividades que comparten están circunscritas al entorno de la plástica . Tienen un tablón de tareas que le han realizado sus compañeros de 3º de Secundaria en el taller de plástica, dentro de una actividad de aprendizaje-servicio. Pero también comparten otros espacios e iniciativas, como la recogida de bellotas y tetrabriks en el proyecto ambiental, la celebración de la fiesta del colegio en la iglesia, el 13 de noviembre, o la conmemoración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
Juan Antonio Vicente resalta la parte de educación en valores que conlleva este proyecto , que «es muy importante, porque hay muchos valores que no hace falta trabajarlos en el aula, sino que con la convivencia y compartiendo se adquieren de forma natural», algo que, a su juicio, no solo debe darse «por ser un colegio religioso, sino que debe ser universal». También por eso, su idea es que cunda el ejemplo y este proyecto piloto sea replicable en otros centros educativos.
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