Ignacio Miranda - Por mi vereda
Coger el último tren
«El alcalde de Puebla de Sanabria expone con argumentos sólidos la necesidad de contar con una estación de AVE»
Desde que Juan Carlos Rodríguez Ibarra dejara la presidencia de Extremadura, cuesta bastante trabajo encontrar una voz en el PSOE que haga honor a la de E de España a la hora de pedir solidaridad territorial y un modelo autonómico justo. Al llamado «bellotari» le encantaba explicar, con espíritu didáctico, por qué las regiones prósperas deben aportar más, para cabreo de nacionalistas vascos y catalanes. Ahora contemplamos con regocijo cómo el senador y alcalde histórico de Puebla de Sanabria, José Fernández Blanco, asume ese discurso reivindicativo y expone, mediante argumentos sólidos, la necesidad de contar con una estación del AVE Madrid-Galicia frente a los ignorantes que ridiculizan el proyecto.
La distancia entre Zamora y Orense supera los 250 kilómetros, cifra muy considerable entre provincias limítrofes. Los trayectos de alta velocidad realizan en efecto pocas paradas, pero es imprescindible que existan modernos apeaderos a modo de punto de adelantamiento y estacionamiento de trenes para atender posibles emergencias. Y aquí entra en juego habilitar una estación en Otero -ya cansa el recurso facilón y demagógico de referirse a sus veintitantos vecinos censados- para proporcionar servicio a esta singular comarca de montaña, que como recuerda el regidor tiene 7.000 habitantes que se multiplican por tres y cuatro en verano, entre robledales y bungalows. Una zona donde el turismo representa la principal actividad, «y que sin el tren, cierra. Es cuestión de vida o muerte».
Ítem más. La Región Norte de Portugal, con Braganza a la cabeza, acoge con satisfacción la noticia, pues se tardará menos en llegar a Madrid que a Lisboa. Une mucho la vida en común a ambos lados de la raya, hasta surgir un ejemplo de vertebración transfronteriza como éste. Determinados servicios del AVE a Valencia paran en Utiel-Requena. El de Málaga, en Puente Genil y Antequera. El de Zaragoza, en Calatayud, sin preguntarle a la Dolores. Pues Sanabria no es menos.