Clamoroso silencio

La tozudez del calendario fuerza a los partidos al diálogo. Algunas palabras se han intercambiado socialistas y Ciudadanos, ente dientes hablan los populares y los podemitas mucho entre ellos y con mal avenimiento. Pero hasta ahí. Siguen las viejas rutinas de hablar de nombres antes que de programas y el poker Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera parece inamovible. Con el socialista, los barones de más peso callan hasta que la venganza se sirva fría, mientras Tudanca en esta Comunidad que le queda muy grande y por dónde camina sin rumbo, espera que la continuidad de Sánchez conlleve la suya.

Entre los populares es un clamor (soterrado) que nadie quiere a Rajoy. En esta región basta con hablar con altos cargos para que reconozcan que es un estorbo, pero ninguno se atreve a manifestarlo en público. Lo hacen los que ya están de salida, en expresión de Soraya, que debería preguntarse por qué callan los que ella conoce; y las NNGG, a los que intenta calmar Cospedal, todo un referente para los dirigentes del mañana. También Carnero se atreve a pronunciar la palabra primarias, contra el guión, y algún alcalde suelto como el de Alaraz pide abiertamente que el presidente en funciones se vaya, pero sin que le secunden otros valientes silentes. Hay miedo a hablar en el PP, lo que es un mal síntoma, pero también hay un vacío sucesorio ¿quién podía sustituir a Rajoy? En Castilla y León nadie se proclama y sólo despunta Pablo Casado, abulense a la fuerza, pero con poco peso para lidiar con miuras resabiados y escaso recorrido para ser alternativa. Entre tanto silencio, el reloj corre y cada vez es más claro que la gran coalición con fecha de caducidad sería posible, si desparecieran Rajoy y Sánchez, dos enemigos irreconciliables.