Fernando Conde - AL PAIRO
Ciudadano Igea
«Eligió la rectitud frente a la añagaza, la verdad frente a la trampa, la luz frente al silencio ventajoso»
En otros partidos no hubiera sucedido. No en el PP, porque no saben hacer lo que no está en su ADN; no en el PSOE, porque ya ha aclarado Óscar Puente que, en el caso de celebrar primarias –de indeseado resultado–, sería en última instancia Pedro I el Crupier quien quitara o pusiera rey (puritita democracia, ¡oye, güey!); y mucho menos en Podemos –ya vimos el paripé del casoplón de Iglesias y Montero, que permitía votar hasta ocho veces–, porque los morados saben manejar estas componendas desde tiempo inmemorial. No en vano siguen siendo el viejo comunismo controlador y dirigente, no más que sometido a una operación estética y a algunos retoques de bótox (puritito márquetin de mercadillo, ¡che, pibe!). Pero sí ha sucedido en Ciudadanos. Ahí las primarias han sido muy primarias y de primero de democracia.
Sobre si acierta Rivera pretendiendo ser el barco de todos los caladeros y adoptando una flexibilidad ideológica que despista a muchos votantes, el tiempo dará o quitará razones. Pero que el pucherazo castellano y leonés, que ellos solitos se encargaron de nacionalizar, les va a pasar factura, de eso no cabe duda. Y paradójicamente, más fuera que aquí. Porque lo de aquí, si analizamos bien la secuencia, da para extraer una conclusión rotunda y evidente: que Francisco Igea, el candidato ganador, no es un político al uso, sino más bien un Quijote que, como el caballero de la Triste Figura –la de Igea tampoco es de anuncio–, se ha dicho a sí mismo: «Yo sé quién soy». Si Igea hubiera sido un político de tanda, habría actuado de forma diferente . Para empezar, habría puesto en aviso a su partido «sotto voce» del tongazo perpetrado; habría dado tiempo y ofrecido una salida honrosa, una vez demostrado «quod erat demostrandum», no sólo a quienes habían muñido la burda treta, sino también a su oponente, ahora sólo una muñeca rota y olvidada; y por último, habría tratado de sacar algún provecho político... y/o personal.
Pero lejos de eso, el ciudadano Igea antepuso su honradez y honor a la conveniencia y salvaguarda de la organización ; incluso aunque con ello desencadenara un terremoto de –todavía– incalculables consecuencias para las aspiraciones de su partido. Igea eligió la rectitud frente a la añagaza, la verdad frente a la trampa, la luz frente al silencio ventajoso. Por encima de todo y de todos. Dicen que las estrellas no pueden brillar sin la oscuridad. Y sobre el negro destaca siempre el blanco. Usted, ciudadano Igea, es un mirlo blanco en esta política interesada que nos rodea. Aún no sé si tendrá mi voto en las próximas elecciones, pero lo que ya tiene seguro es mi más absoluto respeto, como persona y como político.