Cierra en Palencia la fábrica de los míticos juguetes Tristón y Cococrash de los ochenta
Tras 33 años de trabajo y después de externalizar fuera de España parte del proceso de fabricación de sus productos cesa definitivamente su actividad
«Le han echado, no le quieren, pobrecito qué va a hacer, busca a alguien que lo cuide y lo sepa comprender. Tristón sólo pide un amiguito, un hogar y mucho amor». Hay melodías que quienes nacieron en los 80 tienen grabadas a fuego. Corrían las navidades de 1986 y junto a «las muñecas de Famosa», un muñeco de trapo «made in» Paredes de Nava , un pueblecito palentino de la hoy España vaciada, adquiría un éxito casi sin precedentes en el sector de los juguetes de aquella época.
Se llamaba Tristón y era raro el niño de aquel entonces en cuya cama no descansaba este peluche de tela relleno de algodón sintético y de semblante melancólico. Pese a su simpleza -acostumbrados ahora a los sofisticados juguetes mecánicos y electrónicos-, fue un codiciado objeto de deseo para miles de niños, que tenían para elegir entre infinidad de colores y expresiones.
Este otoño, la empresa en la que nació Tristón, Panava (que con el paso del tiempo pasó a denominarse Ingaher para reconvertirse finalmente en una firma completamente diferente que apostó por la elaboración de vinos de la Ribera del Duero) ha echado definitivamente el cierre, dejando un poso de nostalgia en uno de sus socios, el padereño José Luis Gallego, pionero en la fabricación de juguetes en la provincia de Palencia, pero también con la satisfacción de haber sacado adelante con éxito varios de los proyectos emprendió cuando apenas superaba los veinte años, confesó él mismo hace unos días en Onda Cero.
Y es que aquella empresa juguetera Panava no sólo acertó con Tristón. Una década más tarde, otro producto suyo volvía a convertirse en un «superventas», en esta ocasión a través de los quioscos. Fue el popular puzle de goma eva Cococrash , entonces bajo la marca de juguetes educativos Evaland. Recuerda Gallego que con este producto hicieron una cosa no habitual por aquel entonces, lanzar su campaña de promoción en el mes de febrero. Luego sólo tuvieron que esperar a que se produjera el «efecto contagio» entre los niños en el colegio: «Cuando nadie confiaba en nosotros, comenzó a funcionar y llegamos a producir hasta 120.000 Cococrash diarios», recuerda en la emisora este pionero de «fenómenos» de quiosco como los actuales «Letrabots» o «Superzing».
Gallego, ahora ya con 71 años, se muestra convencido convencido de que el éxito de ambos juguetes fueron las campañas publicitarias. Con el paso del tiempo, esta empresa palentina tuvo que comenzar a realizar fuera de España parte del proceso de creación de estos juguetes obligada por la competencia «porque si no lo hacíamos, nos quedábamos fuera del mercado. Ahora, tras 33 años de actividad, Ingaher ha echado definitivamente el cierre.