Fernando Conde - Al pairo

El chistoso Fernández

«Negarse a apoyar la actuación de la Guardia Civil y del CNP en los sediciosos sucesos del 1-O, como han hecho Podemos e IU esta semana en las Cortes, constituye un error de bulto»

Fernando Conde

Dice el inefable Pablo Iglesias que él no puede decir «España» porque la identidad España para la izquierda (esa izquierda que él considera de su propiedad, y que pretende desplazar al PSOE de su espacio natural hasta, como un cáncer, fagocitarlo) está perdida. Hay que agradecerle tanta sinceridad al amado líder, aunque estas declaraciones las hiciera frente a un pequeño grupo de afines y ante la indiscreta cámara de un móvil. Pero ésa es la verdadera cara de quien pretende gobernar un país cuyo nombre no puede oír sin un escalofrío -y que me perdone Cernuda-. Alguien que ha dado ya sobradas muestras del odio que alberga hacia su tierra de nación; alguien que sólo habla de España cuando cree que puede cosechar algún que otro voto despistado; alguien que en verdad es sólo un oportunista sin escrúpulos vendiéndose como adalid de la regeneración y la pureza. ¡Pura filfa!

Pero el problema, no menor, se agrava y se agranda considerablemente cuando ese relativismo moral y ese odio se extienden entre quienes representan los intereses de Iglesias en otros lugares, por ejemplo, (un, dos, tres, responda otra vez) Castilla y León. En Castilla y León la voz de Iglesias se llama Pablo Fernández , un clase media con buen olfato político, pero al que en ocasiones, ya sea la férrea disciplina del pensamiento único, ya las excesivas ganas de eclipsar a sus adversarios y competidores en rojo (Tudanca y el casi extinto Sarrión), le empujan a una falta de contención cuando no a una incontrolada facundia. Y no es malo que en una tierra donde el mismo partido lleva gobernando tres décadas haya alguien que les sacuda el polvo y les mueva, aunque sea de vez cuando, la silla. Pero con sentido común.

Porque cuando se pierde aquel en una comunidad como ésta, el personal huye. En Castilla y León la defensa de lo español y de aquellos que tienen la encomienda social y constitucional de hacerla efectiva es cuestión de principios e identidad. Por eso, negarse a apoyar la actuación de la Guardia Civil y del CNP en los sediciosos sucesos del 1-O, como han hecho Podemos e IU esta semana en las Cortes de Castilla y León, constituye un error de bulto . Se supone que Podemos es una formación de base democrática y asamblearia. Por eso se entiende mal que sus franquicias actúen con esa disciplina stalinista o como si Iglesias fuera el rey Juan I (es decir, el Kim Jong-un) de los norcoreanos. Fernández debería ser más libre para actuar . Podemos e IU se columpiaron, y la justificación de por qué se habían negado a dar su apoyo fue de chiste. Y lo peor que puede ocurrirle a un parlamentario es que lo tomen por chistoso.

El chistoso Fernández

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