Fernando Conde - Al pairo
Cataluña, hija pródiga
«No es sólo que los castellano y leoneses seamos secundarios, es que nuestro propio padre-Estado se encarga de que lo parezcamos»
Pero, ¿cómo no va a sentirse Cataluña una tierra elegida si eso es lo que el resto de España le hace creer? Muchos somos los españoles que estamos hastiados ya del afán de protagonismo de una comunidad autónoma a la que, si bien no puede negársele el señalado papel que juega en el concierto económico de este país, no deja de ser una más de las diecisiete hijas de este amantísimo padre-Estado. Pero al igual que en la parábola bíblica en la que el hijo putero decide marcharse y gastar toda la fortuna recibida -aquí de momento no pasa de amenaza machacona-, en esta España de complejos, los hijos fieles y trabajadores tenemos que conformarnos con la indiferencia, cuando no el desprecio, del padre.
Para comprobar lo expuesto bastaría con ver de nuevo cualquiera de los telediarios del día 23 de abril en la cadena de televisión pública. En esa fecha celebran su fiesta tres comunidades autónomas españolas: Cataluña, Aragón y la nuestra, Castilla y León. Del trato de favor que recibe la primera, en agravio de las otras dos, hablan bien a las claras los hechos. En esos telediarios, Cataluña, su libro y su rosa, y las declaraciones de su presidente Puigdemont dando por inaugurada la nueva temporada de Juego de Tronos, con dragones incluidos, merecieron un total de seis minutos y medio de metraje, incluida la entradilla en titulares, que sólo fue antecedida por los actos cervantinos, tan señalados en este año de efemérides grande.
Castilla y León y el antiguamente pujante reino aragonés -sin sitio entre titulares, por supuesto- tuvieron que conformarse con un total de cuarenta medidos segundos, por barba. Es decir, que no es sólo que los castellano y leoneses seamos secundarios, es que nuestro propio padre-Estado se encarga de que lo parezcamos. Pero no importa; ¡que sigan alimentando a la hija pródiga! Eso sí, luego que no se mesen las barbas cuando pida pasta para irse de «boys».