Castilla y León, al frente de los descontentos con una Estrategia Forestal «basada en tópicos»
Lidera a otras 27 regiones que piden a la Unión Europea que se valore el impacto económico y social de los bosques
Se acaba de aprobar la nueva Estrategia Forestal Europea, y Castilla y León no está de acuerdo con su fondo. Por eso, tras reflejar su descontento en un foro internacional en el que han participado más de 70 actores y que cerró el consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, la Comunidad encabeza sendos documentos críticos con dicha estrategia , en calidad de la tercera autonomía más extensa de Europa, sólo por detrás de Laponia y Carelia del Norte (Finlandia). Uno se ha enviado a la Comisión , con la firma de otras 27 regiones europeas; y otro se ha remitido al Gobierno de España , con el apoyo de Cantabria, Cataluña, Navarra, Murcia y la plataforma Juntos por los Bosques. Las quejas señalan que, si bien el texto carece de carácter vinculante –la UE no tiene competencias en materia de bosques– servirá de pauta para las normativas venideras de aquí a 2030: «Es una estrategia de conservación que sólo tiene en cuenta la sostenibilidad medioambiental», cuestionó ayer Suárez-Quiñones.
De esta forma, la principal ‘pega’ que le ponen la Junta y esos otros territorios a la Estrategia Forestal es que, según creen, desatiende «la sostenibilidad económica y la lucha contra la despoblación» que tan cruciales resultan para las zonas con grandes extensiones arbóreas, señaló el consejero.
Un Gobierno «tímido»
Así, si bien el titular de Fomento y Medio Ambiente agradeció al Gobierno, y en concreto a la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, que hayan concedido a la comunidad castellano y leonesa una importante voz y «participación» en este asunto, recordó sus diferencias, que se habrían hecho evidentes en ocasiones anteriores al tomar posiciones con respecto a temas como la gestión del lobo o el cierre de la estación de Navacerrada. Suárez-Quiñones consideró que la del Gobierno es una «posición tímida», en línea con un planteamiento general «muy maximalista en materia ambiental».
De esta forma, el titular acusó a la Comisión de haber «roto un consenso que reinaba desde 1993 », y en esa línea el documento de las regiones descontentas reclama precisamente que vuelva el consenso y más participación de las regiones en la toma de decisiones. El texto, en inglés y con un fuerte apoyo de la Red de Regiones Forestales Europeas, pide que se establezcan diferencias entre comunidades y se tenga en cuenta el impacto social y económico de los bosques, especialmente en lo tocante a las «comunidades vulnerables que encaran dificultades significativas para encontrar otras fuentes de ingresos».
Más extenso y específico es el escrito al Gobierno, que pide que defienda las competencias forestales de los territorios, ya que critica que esta Estrategia Forestal «se ha presentado finalizada y cerrada» y que «no se basa en ningún momento en un análisis de los retos actuales y previsibles, sino en meros tópicos simplistas» . Algunos de los retos que habría que abordar, según sostienen Castilla y León y sus apoyos, serían la profesionalización del sector o el incremento de la inversión forestal.
«Nadie puede darnos lecciones de conservación de bosques a nosotros», reivindicó el consejero, apoyándose en las políticas forestales y los resultados de la región, ya que, según datos que ofreció él mismo, en 38 años se han repoblado «medio millón de hectáreas de superficie forestal», o se han plantado «cerca de 800 millones de árboles, a una razón de 8,8 árboles por habitante». Según su argumentación, las medidas tomadas hasta ahora han conseguido conservar los bosques y que sean «más resistentes a los incendios», pero también aprovecharlos con industrias como la resinera, en la que destaca Segovia.
«Hay que aprovechar nuestros bosques de forma sostenible y sensata», resumió, para apuntar, por ejemplo, a la riqueza que supone el uso actual de la biomasa para producir energía . Este aprovechamiento habría transformado «un residuo que costaba dinero en limpieza de bosques en un recurso que lo genera al venderse», explicó. Se trataría además de un combustible ecológico con el que «hay margen» por su capacidad de regeneración: Castilla y León quema un millón de toneladas de biomasa al año, pero recupera seis y medio en el mismo tiempo.