Fernando Conde - Al pairo
Castilla y León es diferente
Quizá lo peor de Podemos son, precisamente, sus caras más públicas e identificables a nivel nacional

Que en Castilla y León las cosas son diferentes lo demuestran muchas cosas: lo demuestran los sucesivos informes PISA que, sin embargo, tienen su lado amargo en las consecuencias que para los alumnos castellano y leoneses acarrea ser parte de un sistema tan exigente como eficaz (véase el problema de la EBAU única); lo demuestra la excelente valoración que año tras año obtenemos en la prestación de servicios sociales y en atención a la dependencia; lo demuestra el modélico diálogo social (que quizá sea el mayor éxito del Gobierno Herrera en su dilatada gobernanza); lo demuestra la gestión de la política agraria en una región que lo es a manos llenas; y lo demuestra, incluso, el hecho de que aquí, un partido populista y tantas veces demagogo como Podemos cuente con representantes, tanto autonómicos como municipales, que se conducen a menudo con insólito rigor y buen sentido político.
En una conversación reciente con miembros de la formación morada -bastante cordial, por cierto- me sorprendió la sintonía que mantuvimos en algunas cuestiones. De una y otra parte coincidíamos en que quizá lo peor de Podemos fueran, precisamente, sus caras más públicas e identificables a nivel nacional. Coincidíamos, casi unánimemente, en la egolatría insufrible de su líder principal y en su ansia por parecer genial e irresistible en todo momento; coincidíamos en la inanidad intelectual e ideológica de quien es hoy por hoy su principal lugarteniente… por razones sentimentales; coincidíamos en que las purgas acometidas en los últimos tiempos por la dirección nacional del partido recordaban bastante a las purgas estalinistas soviéticas ; y coincidíamos también en que, por esa vía, Podemos iba a empezar a desinflarse como un suflé en muy poco tiempo. En fin, que tanta coincidencia me resultó tan chocante como animadora.
Esta semana, una vez más, Podemos Castilla y León, por boca del procurador Carlos Chávez, se ha desmarcado sin ambages de las directrices de su tronco nacional y del discurso dominante y predominante en aquel. Sin andarse con remilgos ni hacerlo «sotto voce», el procurador de los morados ha declarado públicamente, ante la iniciativa de apoyar a los militares -de tropa- que por razones de edad y normativa legal han de abandonar las fuerzas armadas, que en su formación están -y cito textualmente- orgullosísimos de los militares que dan la vida por nuestro país. Teniendo en cuenta la urticaria que suele darle a la izquierda escorada todo lo relacionado con el estamento militar, hay que reconocerle a Carlos Chávez, además de su valentía, un sentido y un sentimiento de Estado muy por encima de la que exhiben sus correligionarios en otros partes y, por supuesto, en Madrid. ¿Todavía alguien duda aún de que Castilla y León es diferente?