Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Castilla de la nada

«Las Hoces del Duratón, observadas desde aquí, luchan contra el tiempo. Entre ruinas que fueron una ermita con murallas que no se descifrar»

Hoces del duratón ICAL

He alcanzado el verano del alma, habría escrito Baudelaire si hubiera conocido La Mudarra. Pero La Mudarra no es el centro de nada. Los poetas le componen versos de pasada como se pasa por todos estos pueblos que son el centro de la nada. Alguna vez fueron el centro de España: la «Vieja India Chica» por donde pasó el renacimiento, el barroco, los Almirantes de Castilla y toda la historia. Ahora, únicamente, a los lugares así les queda el alzhéimer. Un esfuerzo sobrehumano para no olvidarse de sí mismo.

Catedrales de piedras y de siglos varadas donde ya no se ofician misas y a las que sólo les llega el eco de los responsos funerales. Conforme se hacen más kilómetros en coche y más pueblos te encuentras, apenas alguno mejora las expectativas de supervivencia. Camino de las Hoces del Duratón –a donde iba el otro día a remar en canoa– coincidimos tres defensores acérrimos del terruño, de este mar nuestro sin mar. Pero a los pueblos ninguno les encontramos futuro.

Da igual a quién pongan al frente de la presidencia de España. A quién elija el PP en cónclave… Incluso quién gobierne en Castilla y León. A ellos, por lo menos, decir que le ven futuro a la «España vacía» les va en el sueldo. De Castilla, desde Azorín, nadie ha sacado rendimiento de su encanto. Y los que se lo encontramos, callamos. Lo hacemos en silencio Y los poetas se lo encuentran en endecasílabos, pero no ocurre nada porque ya nadie lee a los poetas; mucho menos a los que escriben sonetos.

Los veranos por aquí siempre han sido de pasada, «entre nublado y nublado» , a la manera de Machado. Cuando los campesinos no miran al cielo es verano; cuando miran y pesan la tierra porque la siegan. Castilla, antigua dama triste, de linaje y casona reducida a los muebles que caben que un piso, que diría Antonio Burgos.

Las Hoces del Duratón, observadas desde aquí, luchan contra el tiempo. Entre ruinas que fueron una ermita con murallas que no se descifrar. Y fortalezas hundidas por el tiempo. Castilla, como las Hoces, parece un paraje para los buitres . Pese a todo «esta es mi Castilla, hermano…», que dice el poeta. Y de Castilla, como de una canoa, sólo se puede escapar de dos formas: enamorado o desertando.

Castilla de la nada

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