Cultura / Libros
Cartularios de Valpuesta: una réplica a la altura del original
La copia y el manuscrito con las primeras voces del castellano se exhibirán en el Archivo Histórico Nacional
La localidad burgalesa de Valpuesta, situada en el Valle de Valdegovía , es uno de los enclaves en los que comenzaron a escribirse en el siglo IX las primeras palabras en lengua romance, dejando el latín reservado para los conventos y monasterios de la época. Quedaron plasmadas en los llamados cartularios, una colección de documentos notariales que recogían una especie de «copia de seguridad» de los originales que albergaban los archivos de la Corona, los obispados o monasterios y que hacían referencia a donaciones, juicios, ventas, cambios, y otros tipos de contratos.
La editorial burgalesa Siloé ha trabajado durante cinco años en la réplica de los Cartularios de Valpuesta y se ha permitido la licencia de «completar» la copia con unos herrajes como los que se supone que tuvieron estos dos volúmenes del siglo IX en los que se recogen los primeros vestigios escritos del castellano .
Durante el mencionado lustro ha sido necesaria la participación de unas 70 empresas, muchos de ellos artesanos, para poder presentar en e l Archivo Histórico Nacional el próximo 9 de junio , Día Internacional de los Archivos, la réplica de los Cartularios de Valpuesta, que se expondrá junto a los originales.
Juan José García, codirector de la editorial Siloé , destaca la «complejidad» de este proyecto. «Son dos libros complicadísimos de reproducir por su antigüedad, tienen diferentes pergaminos y vitelas muy ajados, algunos están rotos y cosidos, tienen dobleces y dobladillos...». Muchos de estos detalles se han conseguido reproducir fielmente en la edición facsimilar. Entre ellos destaca una especie de «marcapáginas» que, según explica el editor, son unas «lengüetas» que no habían visto en otros códices y que son «muy complicadas de reproducir».
En distintas fases
El editor de Siloé reconoce que ha sido un trabajo «apasionante» por la «importancia histórica del documento, su belleza caligráfica y su enorme dificultad técnica». Tal es así, que suponía también un reto para la editorial burgalesa.
La fase inicial del proyecto fue la limpieza del original que ya había sido restaurado en los años 70 pero que, desde entonces, no se habían vuelto a tocar. Fue una de las condiciones que pusieron a la editorial desde el Archivo Histórico Nacional para llevar a cabo esta edición facsimilar. Para ello, se desencuadernaron los cartularios y fue el momento de realizar las fotografías que sirven de base a la realización del facsímil.
Siloé ha dado un paso más en la copia y la ha completado con unos herrajes acordes con los que pudieron tener
La editorial Siloé tiene una larga trayectoria profesional con numerosos premios en la realización de copias idénticas a los originales pero, en este caso, fueron un paso más allá para darle a los Cartularios el realce que merecen. Con el paso del tiempo, esta colección de documentos reunidos en dos tomos ha perdido su encuadernación original y Siloé ha completado su cierre con unos herrajes acordes con los que pudieron tener en su momento.
Licencia «controlada»
Juan José García deja claro que se trata de una «licencia controlada» en todo momento por los expertos del Archivo Histórico Nacional, donde podrán verse el resultado el próximo viernes 9 de junio con un acto que contará con la presencia del director general de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, Luis Lafuente; el jefe del departamento de Conservación del Archivo, Juan Ramón Romero, y José Antonio Pascual, miembro de la Real Academia Española.
Precisamente, la Real Academia Española ha sancionado los Cartularios de Valpuesta como el documento más antiguo que recoge los primeros vestigios escritos en castellano y sobre esto Juan José García afirma que «no hay dudas».
«Son dos libros que han sido complicadísimos de reproducir por su antigüedad»
Los cartularios son una colección de documentos notariales que recogen, entre otras cosas, las propiedades de la Iglesia y en sus páginas puede leerse por primera vez algunas palabras como kasa en vez de domus; capo (cabezal) en lugar de caput; matera (madera) por lignum o eglesia en vez de ecclesia. Todo esto registrado en el año 944.
Juan José García explica que son los primeros vestigios de nuestra lengua en aquel momento en el que «el latín se hace romance castellano». Los Cartularios, que en Castilla eran más conocidos como Becerros, o en León y Galicia como Tumbos -quizá debido a que por su gran tamaño hubiera que mantenerlos tumbados- son los códices que en muchos monasterios, catedrales, concejos o universidades recogían lo que, según indica García, podríamos llamar «copia de seguridad» de los originales de sus respectivos archivos.
Separados por cuatro siglos
En este caso se dispone de dos cartularios, uno del siglo IX y otro del XIII conocidos como becerros Gótico y Galicano de Valpuesta. El Becerro Gótico (o Antiguo) consta de 187 documentos escritos en diferentes momentos por más de una treintena de escribanos entre 804 y 1140. El Becerro Galicano contiene 138 cartas del libro antiguo y tres nuevas que fueron copiadas por el canónigo de Valpuesta Rodrigo Pérez de Valdivielso, en el año 1236.
Juan José García, editor junto a Pablo Molinero, de Siloé, esperan que esta edición facsímil sirva para poner en valor los Cartularios de Valpuesta y la localidad en la que se escribieron las primeras palabras del castellano. Por eso, tras la presentación en el Archivo Histórico Nacional junto al original, el facsímil de los Cartularios de Valpuesta se mostrará en el Museo del Libro de Burgos , propiedad de la editorial, y también en la propia localidad burgalesa que da nombre a los documentos.
Mientras la editorial burgalesa presenta en sociedad esta réplica de los Cartularios de Valpuesta sigue trabajando en su proyecto más ambicioso, la copia del enigmático Códice Voynich. Escrito en el siglo XV en una lengua desconocida, se ha convertido en el libro más críptico e insondable de la historia. Custodiado en la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale (Estados Unidos), en dos años será más accesible gracias a los facsímiles que realizará Siloé y cuyo proceso de creación se mostrará también en el citado Museo del Libro.
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