Cultura
Carla Montero: «Me gusta descender a la vida cotidiana de los personajes anónimos»
El pueblo burgalés de Pineda de la Sierra, en plena Sierra de la Demanda, inspira el arranque de su nueva novela, «El invierno en tu rostro»
![La autora Carla Montero, durante la presentación de la novela ayer en Valladolid](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2016/06/08/carla-montero-escritora-U10108239103fDH--620x349@abc.jpg)
En una de sus estancias en Pineda de la Sierra (Burgos), a donde Carla Montero suele escaparse con su familia para huir de la vorágine de la gran ciudad, la autora madrileña se topó con un hecho real de los que dejan huella en los pueblos y que pasan de generación en generación, el hallazgo por parte de un joven pastor de los restos de una avioneta estrellada en pleno bosque de la Sierra de la Demanda mientras cubría la ruta Lisboa-París cambió el destino al completo del chico, recompensado por tal hazaña por la viuda de uno de los tripulantes a recibir una exquisita educación en París, donde se convertiría en directivo de una importante empresa aerónautica en Francia.
Aunque el hecho transcurrió en 1947, Carla Montero lleva la hazaña a 1927, años antes de la Segunda Guerra Mundial y en España de la contienda civil, y le sirve de excusa para en su nueva novela, «El invierno en tu rostro», separar bruscamente a los dos principales personajes, Guillén y Lena, que a partir de entonces militarán en bandos enfrentados en las dos contiendas. A lo largo del relato, la autora madrileña, que se refiere a su obra como «una novela coctelera», entrelaza con la historia fictícia su biografía familiar y recuerdos propios: «Mi abuelo, como voluntario de la División Azul, estuvo en el frente ruso. Un hermano suyo, que se afilia al Partido Comunista después de la Guerra Civil, se exilia a Francia, lucha contra el nacismo y termina encerrado en el campo de concentración de Mauthausen, mientras que otro hermano, misionero en Taiwán, vive la entrada de Japón en la Segunda Guerra Mundial».
«El invierno en tu rostro» es el resultado de años de recopilar historia y documentos: «Documentación sobre esta época hay mucha, el reto era seleccionar la pertinente para la novela», señala la autora, cuyo objetivo era dar al lector los datos pertinentes y necesarios para que le resultase «más fácil entrar en la obra y su implicación con los personajes», aunque insiste en que «no es una novela histórica. Simplemente, estoy utilizando la historia como telón de fondo».
Fieles a unos valores y convicciones
Para la autora, una de las claves de la obra, es relatar la historia de unos personajes que, de una ideología u otra, permanecieron fieles a sus valores y convicciones: «No pretendo que sea un libro con moraleja o moralina, sino simplemente para entretener, pero es verdad que al final de la obra, tras convivir tanto tiempo con sus personajes, yo misma extraigo el mensaje de que no importa tanto tu implicación personal con unos valores, sean de la clase que sean, al final ya te honra el hecho de que tengas esa convicción».
Cree Carla Montero, que a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre las dos contiendas que están en el trasfondo de la novela, aún quedan muchas piezas por unir: «A mí me gusta ir más allá de la macrohistoria que está recogida en los libros, de los movimientos de los políticos, estadistas y militares, y descender a la vida cotidiana de los personajes anónimos y ver cómo impactaron los conflictos en ellos, en sus emociones y en sus formas de relacionarse».
«El invierno en tu rostro» (Plaza&Janés, 2016), que ha presentado su libro en Valladolid y en Burgos, «La Tabla Esmeralda» y «Una dama en juego», que tuvieron una gran acogida, no obstante, a la autora no le obsesiona alcanzar el mismo éxito, «sí que es verdad que hay unas expectativas, alguien que espera que le vuelva a gustar mi nuevo libro, y en ese sentido sí que te genera una cierta inquietud, pero hay que hacer un ejercicio de abstracción porque si no, sería imposible trabajar. Si haces algo que realmente te gusta y acabas contento con ello finalmente acabas conectando con el lector».